LOS DEBATES ELECTORALES SON UN COMPONENTE ESENCIAL DE LA DEMOCRACIA. A TRAVÉS DE ELLOS, LOS VOTANTES PUEDEN OBTENER INFORMACIÓN VALIOSA SOBRE LOS CANDIDATOS Y SUS PROPUESTAS, LO QUE LES PERMITE TOMAR DECISIONES FUNDAMENTADAS EN EL MOMENTO DE EMITIR SU VOTO
CÉSAR GIRÓN
DE JXG
En esta campaña inesperada que vivimos sumidos en el tórrido verano, ha cobrado especial relevancia la celebración de los debates electorales, ora exigidos por unos, ora negados por otros, según les convenga en cada momento, como espacios de enfrentamiento personal más que de auténtica confrontación político-ideológica.
Los debates electorales
De recordar es que hace cuatro años el candidato del partido socialista, Pedro Sánchez -que ha planteado en esta campaña la necesidad de mantener al menos seis debates solo con su principal contrincante, Alberto Núñez Feijóo, del partido popular-, se negó entonces a mantener ninguno. La clave estriba fundamentalmente en la falta de regulación precisa, reglada y metódica de estos necesarios instrumentos comiciales por la normativa electoral española. Deberían quedar sometidos a su celebración obligatoria bajo unas reglas claras de desarrollo, para que no puedan ser eludidos dependiendo de si los sondeos o las circunstancias lo aconsejan a cada candidato.
Finalmente, sea como fuere y con no pocas condiciones, por decisión estratégica de cada una de las partes se acordó la celebración de un único encuentro entre los candidatos de las dos principales organizaciones políticas que concurren a las elecciones.
Total, para poco más que para entretener, para nada sirvió.
Los ya citados Sánchez y Feijóo contendieron y no defraudaron a los suyos, pero desencantaron a los adversarios. Ambos respondieron a lo que de ellos se esperaba. Sánchez hizo gala de su estilo particular de peronismo “cámbrico”, culpando de sus errores al adversario y de la gestión de la posverdad como una consecuencia de la mentira institucionalizada, y Feijóo de un galleguismo desacompasado, a veces desesperante, y de una desmemoria sistémica. Total, para poco más que para entretener, para nada sirvió.
Ahora bien, lo que sí ha puesto de manifiesto esta campaña es que los debates electorales son una parte fundamental de cualquier proceso democrático. Estas confrontaciones verbales entre los candidatos políticos ofrecen a los votantes la oportunidad de evaluar y comparar las propuestas, el carácter y la capacidad de liderazgo de los contendientes.
Por definición, “son espacios en los que los candidatos exponen sus ideas, argumentan sus puntos de vista y defienden sus posiciones ante el electorado”, según manifestó Tim Russert, legendario periodista americano, poco antes de morir en 2008.
“Los debates electorales desempeñan un papel crucial en el proceso de toma de decisiones de los votantes. A través de ellos, los ciudadanos pueden analizar y evaluar la idoneidad de los candidatos, su conocimiento de los temas clave y su habilidad para comunicar de manera efectiva sus propuestas”
señaló en una conferencia Megyn Kelly, la incisiva periodista de Fox News, que puso a Donald Trump contra las cuerdas en 2016 cuando el expresidente mantuvo con ella un duro enfrentamiento por su posible no asistencia al debate en la cadena televisiva.
“Los debates permiten una interacción directa entre los aspirantes y el público, lo que contribuye a una mayor transparencia y rendición de cuentas”, mantuvo Katherine Corcoran, la antigua corresponsal de Associated Press en México, que no duda en comparar a López Obrador con Trump por su desprecio a los medios de comunicación como poder fiscalizador del poder político.
Aunque presentan desafíos, los debates electorales son una herramienta vital para fortalecer la participación ciudadana y fomentar el debate político en una sociedad democrática.
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