CON SUS FORMAS EL “JUANMANISMO” DESAFÍA LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA DEMOCRACIA Y LA IGUALDAD, AL PROMOVER UNA AGENDA POLÍTICA QUE PRIVILEGIA A UNOS POCOS EN DETRIMENTO DE LA MAYORÍA. ADEMÁS, SOCAVA LA DIVERSIDAD CULTURAL Y ECONÓMICA DE SU ANDALUCÍA, RELEGANDO A CIERTAS REGIONES AL ABANDONO Y A LA MARGINALIDAD. ESO SÍ, HA CONSEGUIDO QUE LLUEVA EN SEMANA SANTA CON LA INTERMEDIACIÓN DEL PAPA.
El juanmanismo
El juanmanismo, esa mezcla de política boquerona y peronismo trianero que rige la Junta con maneras socarronas, muestra sus maneras con ocasión de cada festividad, tradicional o inventada, que se cierne en Andalucía. Si el pasado mes de diciembre, cuando se conmemoraba la diada andalucista con la exaltación a esa invicta bandera bética que inventaron para ponerse debajo de ella los vividores de turno, apelaban a la Andalucía legendaria para seguir progresando en el sevillaneo, ahora ha sido con la Semana Santa cuando Juanma ha colado otro hito de su discurso político, combinación de elementos de justicia social, nacionalismo y populismo cateto.
La lluvia
Ni corto ni perezoso el presidente de algunos andaluces, con una ridícula apelación a la casualidad se ha marchado a Roma para pedir al mismísimo sumo pontífice católico, que interceda con sus plegarias para que en Andalucía llueva más. Y parece que lo va a conseguir con el mosqueo de propios y extraños dada las tormentas en ciernes para esta Semana de Pasión.
En su visita al Vaticano el 21 de marzo, dice la página oficial de la Junta de Andalucía -que cada vez es menos junta y es menos Andalucía- Juanma Moreno invitará al Papa Francisco a visitar una tierra donde hay «gran devoción». Espero que haya explicado que la devoción no es al propio Juanma -seguro que lo ha hecho-, pero lo que dudo es que haya explicado que tampoco es al juanmanismo andalucista, sino a la Virgen María, no sea que haya confusión.
El juanmanismo emerge como una doctrina política polémica en el panorama andaluz, enfocada en la anulación del oriente andaluz para favorecer exclusivamente el desarrollo de Sevilla y Málaga. Este enfoque, criticado por su carácter populista y excluyente, propone una estrategia de crecimiento económico basada en la concentración de recursos y oportunidades en estas dos ciudades.
El juanmanismo emerge como una doctrina política polémica en el panorama andaluz, enfocada en la anulación del oriente andaluz para favorecer exclusivamente el desarrollo de Sevilla y Málaga
Esta visión controversial genera divisiones profundas dentro de la comunidad andaluza, ya que se percibe como un intento de enriquecimiento a expensas de las regiones periféricas. El robo simbólico de los «boquerones del desarrollo» al resto de los territorios andaluces refleja una mentalidad centrada en el beneficio propio, en detrimento de la equidad y la solidaridad regional.
El juanmanismo y el populismo
En última instancia, el juanmanismo representa una llamada de alerta sobre los peligros del populismo y la concentración de poder en manos de unos pocos. Es crucial que la sociedad granadina se una en contra de esta visión divisiva y trabaje hacia un futuro en el que toda la región granadina pueda prosperar de manera equitativa y sostenible mientras nos mantengan en esta comunidad.
Pero volvamos a las plegarias chamánicas, a la lluvia del juanmanismo una vez explicado los presupuestos del emergente movimiento político pro-andalucista. Ese que no duda en continuar intensamente y con mucha más rapidez que el rojerío que comandó la comunidad durante cuarenta años, en robarnos —sí, robarnos— a los granadinos lo poco que nos queda, Alhambra, Sierra Nevada, EASP, Parque de las Ciencias, y un largo etcétera, para llevarlos a las nuevas metrópolis, la capital autoproclamada y la de nacencia del presidente imperator -a las pruebas me remito-.
Como al agua que incesantemente sustraen, después de mamarse la de allí, de los pantanos granadinos, para regar los arrozales sevillanos.
Por eso, y no por otra razón, es por la que Juanma le ha pedido al mismísimo Papa que llueva en su Andalucía. Y no está mal si con ello dejan de mangonear en las cosas de Granada, ya sea él, o la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que para el resultado es lo mismo, dependa de quién dependa. Porque Granada en esto no tiene ni quien por ella pida.
Ya se ha encargado el recién nombrado hijo adoptivo de la provincia de Granada, en poner al frente de las instituciones granadinas a los más sumisos deudos de su filosofía política.
Bien podía haber pedido Juanma al Papa que diera a esta tierra de Granada, mejores dirigentes, y no pedir más agua que de momento parece que va a dejar en el interior de los templos a un puñado de hermandades y cofradías.