EL “PUTO AMO” Y SU PERRO DE CORTIJO

LAS PALABRAS DE PUENTE HIEREN TODOS LOS PRINCIPIOS Y PRESUPUESTOS DE LA SOCIAL DEMOCRACIA Y VAN CONTRA LA IDEOLOGÍA DEL SOCIALISMO Y LA IGUALDAD Y LA DIGNIDAD POLÍTICA MÁS ELEMENTAL. PALABRAS QUE EVOCAN UN SERVILISMO INTOLERABLE PARA UN PARTIDO COMO EL PSOE.

Definición de «Puto amo»

La definición que hizo Óscar Puente de Sánchez como el “puto amo” evocó en mí una serie de imágenes y recuerdos apesadumbrados de mi juventud. Según la RAE, “amo” es el dueño o señor de la casa o familia; persona que tiene a su servicio criados, etc. Mi abuela Magdalena, que trabajó toda su vida en el campo, solía referirse a mi padre como el amo: “Paquita, cómo va la comida, que ya mismo está aquí el amo”, le decía a mi madre.

Los viejos socialistas del pueblo también la usaban mucho en su afán de enseñar la historia reciente de España a los jóvenes pipiolos que llegábamos inmaculados al partido.

las palabras de Puente hirieron mis sentimientos a la vez que provocaron en mí unos sentidos y nostálgicos recuerdos

Pero Puente debería saber que ese vocablo, “amo”, tiene una gran connotación en la Andalucía profunda, un recuerdo vinculado también a la acepción de “amo” como “dueño de esclavos”.

Por eso, las palabras de Puente hirieron mis sentimientos a la vez que provocaron en mí unos sentidos y nostálgicos recuerdos. Yo tuve la suerte de formarme como socialista en una agrupación de históricos militantes allá por los años setenta. Aquellos compañeros, que provenían del PSOE Histórico, de Rodolfo Llopis, eran hombres honrados, serios, responsables y considerados socialmente en el pueblo. Hombres de palabra, de una única palabra. Eran veteranos socialistas que habían combatido en la guerra civil defendiendo la democracia, la libertad y la legalidad. Personas que, a pesar de lo vivido, gozaban de una gran serenidad, entereza, sabiduría y lucidez mental.

Los jóvenes novatos veníamos con los sentimientos y las emociones (la ideología) incorporada constitucionalmente, físicamente, de nacimiento, pero nos faltaba el conocimiento, la experiencia. Llegábamos al partido como una esponja seca ávida de historia, de contenido socialista.

Y tuvimos la suerte de contar con ese nutrido grupo de experimentados socialistas que, como Platón, en conversaciones distendidas, nos formaban con sus sabias reflexiones desprovistas siempre de rencor u odio. No se trataba de una formación sistemática, reglada, sino informal y esporádica. Pero la transmisión de aquellos conocimientos conversacionales unidos a nuestras emociones, ganas e impulso juvenil influyeron notablemente en la base de nuestro comportamiento futuro.

Esas eran las señas de identidad que hicieron que los socialistas gobernaran en Andalucía durante 40 años ininterrumpidos.

En muchas de aquellas experiencias surgía el concepto de “amo” y “señorico” como el señor y dueño del cortijo, y en la mayoría de los casos como cacique, tirano y déspota; el que hacía lo que le venía en gana sin que se le pudiera rebatir nada, ni incluso contestar. Un significado más en consonancia con esa acepción de “dueño de esclavos”. Aunque los había también como personas justas y cumplidoras con los trabajadores, aso sí, con las normas y costumbres de aquellos años.

El “amo” cacique era aquel que utilizaba a los obreros como instrumentos de propiedad para su rentabilidad y servicio; el que se aprovechaba de la situación de precariedad y de la gran demanda de mano de obra para explotar a los trabajadores; el que se excedía diariamente en el tiempo de la jornada laboral ya de por sí larga, muy larga; el que incluso aprovechaba el camino de regreso al pueblo para que los jornaleros rebuscasen la leña que iban encontrando y se la dejasen en su casa; el que, además de pagar mal lo hacía también tarde, humillando y vejando al trabajador a seguirlo peregrinando tras él hasta que se dignase a pagarle; etc.

el “amo y la ama” eran aquellos que utilizaban a las mujeres y a las niñas y niños en beneficio de su familia por la comida como pago, por su supervivencia

Mi abuelo Víctor trabajó como labrador a la cuarta (1/4) con un “amo”, tres partes para el “amo” y una para mi abuelo. Un día, cuando estaban repartiendo la cosecha de trigo en la era, una vez aventada la parva, mi madre exclamó sorprendida al ver que llenaban solo los costales del “amo”, ¿cuándo se van a llenar los costales de mi papa, que es el que ha trabajado el trigo? Es que el trabajo es de tu papa, pero la tierra y el trigo son míos, respondió sarcásticamente el “amo”.

El “amo y la ama” eran aquellos que utilizaban a las mujeres y a las niñas y niños en beneficio de su familia por la comida como pago, por su supervivencia; los que permitían como excepción que los gañanes y “acumuaos” durmieran en invierno junto a la chimenea echados sobre sus jergones, y, cuando no, según el estado de ánimo o porque así lo disponían “los amos”, en la cuadra al abrigo de las bestias. ¡Y se atreve a decir Óscar Puente que Sánchez es el amo!

El “amo” cacique era aquel que no se relacionaba ni se interesaba por la vida de sus trabajadores, pero sí les ocasionaba un gran sufrimiento. Un labrador me confesó que no había visto nunca al “amo” del cortijo en los más de veinte años que llevaba trabajando en él.

Pero había además “amos” que eran putos; “amos” que se aprovechaban de la fragilidad, soledad, inseguridad y dependencia de las mujeres y niñas para abusar de ellas. Las mujeres y niñas eran por aquellos años carne de cañón y víctima del hábito depravado de muchos “putos amos” pudientes, que se veían obligadas, humilladas y mancilladas consintiendo comportamientos deshonestos para conseguir la subsistencia.

Me contaban que un “amo puto”, cuando pasaba por uno de sus cortijos en un día de cacería, simulaba el olvido de la petaca de tabaco y le hacía al casero ir a buscarla como pretexto para quedarse a solas con su esposa. ¡Y dice el temerario Puente que Sánchez es el “puto amo”!

Una mujer de estas, cuando consiguió la solvencia, la tranquilidad y seguridad de que ya no tendría que vender su cuerpo para poder comer, al ver a aquel “puto amo” depredador sexual en la plaza del pueblo, se dirigió a él con decisión y le espetó a viva voz ante la multitud: “ya no me follas más por un puñado de habas”.

Para mayor conocimiento del “amo” y los trabajadores de aquellos años os remito a mi libro “Montefrío, historia y vida de sus gentes”.

Puente, si no se conoce ni él mismo, si no sabe por qué pueden llegar al poder personas como Javier Milei

Pues bien, según el incauto Óscar Puente, Sánchez es el “puto amo”. Puente no tiene ni puta idea de lo que ha dicho, ni, al parecer, ninguno de los enfervorecidos que le aplaudían y jaleaban por sus palabras. ¡Qué atrevida es la ignorancia! A toda esta gente les vendría muy bien unas cuantas sesiones formativas, no adoctrinamiento, de la historia reciente de España. Lástima que mis queridos maestros ya no están con nosotros para impartirlas.

Perro de cortijo

Pero qué va a saber Puente, si no se conoce ni él mismo, si no sabe por qué pueden llegar al poder personas como Javier Milei, cuando tiene la respuesta tras su nariz, en él mismo. Yo sí sé cómo ha llegado él a ser ministro, por lo mismo que el “amo” elige un buen perro de cortijo, un perro que ladre furiosamente y ataque a todo aquel que atente o suponga un peligro para los intereses de su “puto amo”.

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Chove

Es funcionario jubilado del Ministerio de Educación. Ha desempeñado distintos puestos de responsabilidad política. Es un observador y analista excepcional de lo cotidiano del mundo y de la política. También es escritor.

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