Una de las plantas más espectaculares a nivel visual, presente en Granada en enclaves tan destacados como la Alhambra y el Generalife, es la glicina o glicinia. En realidad, glicinas: Wisteria sinensis, W. floribunda, W. frutescens y W. macrostachya. Nos centramos en las dos primeras.
La llegada desde la lejana China a Europa de W. sinensis se produjo en 1816 de manos de dos ingleses, Welbank y Rawes, y se popularizó rápidamente extendiéndose por toda Europa y Norteamérica. Se trata de una planta trepadora que se ha adaptado a una amplia variedad de climas y suelos, lo que la convierte en una opción popular para embellecer jardines. En Granada, su clima mediterráneo proporciona un entorno ideal para que la glicina despliegue todo su esplendor.
La Wisteria floribunda, también conocida como glicinia japonesa, es una planta trepadora leñosa originaria de Japón. Fue introducida en Europa y Estados Unidos también en el siglo XIX.
Características de la Glicina
La glicina es una planta leñosa y perenne que puede alcanzar alturas de hasta 15 metros cuando tiene un soporte adecuado. Sus hojas son compuestas, con entre 7 y 13 foliolos, y caen en otoño, lo que permite que la luz solar penetre en los espacios que cubre en los meses más fríos.
Su principal atractivo son las flores que aparecen a principios de primavera y que se agrupan en racimos colgantes que pueden medir hasta 30 cm de largo y presentan colores que incluyen el violeta, malva, azul y blanco.
Además, su aroma dulce y embriagador es similar al de las uvas.
Condiciones Climáticas y de Suelo
Como hemos dicho, el clima mediterráneo de Granada es perfecto para el cultivo de la glicina que es resistente al frío y puede soportar heladas moderadas, aunque se desarrolla mejor en climas templados. La wisteria se adapta a diferentes condiciones de luz, desde pleno sol hasta sombra parcial, pero florece de manera óptima bajo la luz solar directa. En cuanto al suelo, los prefiere profundos, arcillosos y ricos en materia orgánica, con una buena capacidad de retención de humedad. Es crucial evitar el encharcamiento, ya que puede causar asfixia radicular.
Riego y Abonado
El riego es fundamental, especialmente durante los primeros años de crecimiento. La glicina necesita un suministro constante de humedad, pero es importante no saturar el suelo. Aumentar la frecuencia de riego durante la floración ayudará a asegurar una abundante producción de flores. En cuanto al abonado, la glicina requiere nutrientes constantes para mantener su crecimiento vigoroso y su floración. Un abono equilibrado, rico en fósforo y potasio, es recomendable para promover tanto la floración como el desarrollo de raíces fuertes.
Poda y Mantenimiento
La poda es esencial para el mantenimiento de la glicina, ya que tiende a crecer de manera descontrolada si no se la poda regularmente. Ésta debe realizarse en invierno, cuando la planta está en reposo, y en verano, después de la floración. La poda de invierno se centra en eliminar ramas muertas o dañadas y en dar forma a la planta, mientras que la de verano ayuda a controlar su crecimiento y a estimular la floración del año siguiente. Recordar que es una planta tóxica.
Usos en Jardines de Granada
En Granada, la glicina se utiliza de diversas maneras para embellecer jardines y espacios públicos. Su capacidad para trepar y cubrir estructuras la hace ideal para pérgolas, muros y fachadas. Además, su denso follaje proporciona una agradable sombra en verano, mientras que la caída de sus hojas en otoño permite que la luz solar llegue durante el invierno.
La creación de túneles y bóvedas florales, donde las plantas trepan sobre estructuras arqueadas, son espectáculo y un deleite sensorial. Estos túneles son comunes en jardines públicos y privados de Granada, ofreciendo un refugio fresco y perfumado en los meses cálidos. La glicinas están presentes en lugares emblemáticos de la Alhambra y Generalife como recoge la magnífica y exhaustiva tesis doctoral de José Manuel García Montes «Flora ornamental de la Alhambra y el Generalife».
Plagas y Enfermedades
Aunque la glicina es resistente, puede verse afectada por varias plagas. Los pulgones, ácaros y orugas son las plagas más comunes que pueden atacar a la glicina. Estas plagas pueden controlarse mediante insecticidas específicos o métodos orgánicos como el aceite de neem. En cuanto a enfermedades, la glicina puede verse afectada por hongos como el mildiu y la roya. Para prevenir estas infecciones, es importante asegurar una buena circulación de aire y evitar el exceso de humedad en el follaje. En caso de infección, se recomienda el uso de fungicidas adecuados y la eliminación de las partes afectadas.
Reproducción
La glicina puede reproducirse de varias maneras: mediante semillas, esquejes o acodos. La reproducción por semillas es un proceso lento y puede tardar varios años en dar plantas con flores. En cambio, los esquejes y acodos son métodos más rápidos y efectivos. Para reproducir la glicina por esquejes, se deben cortar ramas jóvenes y sanas en verano y plantarlas en un sustrato húmedo y bien drenado. Los acodos, que implican enterrar una rama de la planta madre hasta que desarrolle raíces, también son un método eficaz y sencillo.