LA SÁBANA SANTA: LA PERSISTENCIA DE UN ENIGMA

LA SÁBANA SANTA, TAMBIÉN CONOCIDA COMO SINDONE, ES LA RELIQUIA CRISTIANA MÁS CÉLEBRE CONSERVADA HOY DÍA. SE CREE QUE LA TELA FUE UTILIZADA PARA ENVOLVER EL CUERPO DE JESUCRISTO DESPUÉS DE SU PASIÓN, CRUCIFIXIÓN Y MUERTE.

GUSTAVO ROMERO SÁNCHEZ

De Granada Histórica

El evangelista Lucas, en su sobrio pasaje de un hecho tan sublime, deslizó un elemento que entonces fue asimilado como un componente más de un ceremonial funerario, pero al que el tiempo y las circunstancias elevarían casi a dogma de fe.

“… Fue a Pilatos [José de Arimatea] y pidió el cuerpo de Jesús y quitándolo [de la cruz], lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.”.

¿Falsificación?

Como se acaba de señalar a modo de pórtico de este artículo, la Sábana Santa, la Sindone, es la reliquia cristiana más célebre conservada actualmente, afirmándose por la cristiandad que es la tela que fue utilizada para envolver el cuerpo de Jesucristo después de su muerte.

La Sindone es un lienzo realizado en lino y sus medidas son imponentes, pues se trata de una pieza rectangular de 436 centímetros de altura por 110 de anchura, su estructura textil es de sarga de cuatro —patrón de tejido en forma de V o espina de pescado—, y actualmente se conserva en Turín. En una cara del lienzo se aprecian, de forma tenue y difuminada, las imágenes frontal y dorsal de un hombre desnudo, de 180 centímetros de altura y complexión fuerte; el rostro embastecido por los golpes y aparentes signos de tortura a lo largo de todo su cuerpo.

Las supuestas manchas de sangre que exhibe junto con otros elementos como marcas de clavos en las muñecas o lesiones en la frente, fruto del casco de espinas, le añaden un realismo inquietante, pero sereno.

La enorme polémica que ha suscitado este singular tejido a lo largo de su existencia se debe al fervoroso empeño de unos por demostrar su autenticidad frente al de otros por clasificarla como una más de las miles de reliquias que fueron manufacturadas en la Edad Media por motivos económicos y de prestigio. Pero…¿qué es en realidad este legendario objeto?

Una historia única

La historia de la Sábana Santa se remonta, obviamente, a la época de la ocupación romana de Jerusalén, cuando se utilizaban mantas para envolver a los muertos antes de darles sepultura.

Se sabe que los judíos también se valían de esta práctica y con el cuerpo Jesús se utilizó, sin ninguna duda. Los evangelistas sinópticos nos transmiten que José de Arimatea envolvió el cuerpo exánime del Señor en una sábana limpia. San Juan, a diferencia de aquellos, nos habla de lienzos o vendas y de un sudario.

Tras los episodios neotestamentarios de la muerte y sepultura de Jesús, se especula con que la tela fue custodiada en Jerusalén por los seguidores del Mesías con gran secreto y cautela ya que, entre los judíos, la posesión de mortajas funerarias —y su sustracción de sepulcros—, era una práctica perseguida que podía conllevar hasta la pena capital.

En una cara del lienzo se aprecian, de forma tenue y difuminada, las imágenes frontal y dorsal de un hombre desnudo

No pasaría más de un siglo antes de que la Sindone fuese extraída de su escondrijo jerosolimitano, situando la tradición, a partir de ese momento, en Edesa —actual Sanliurfa, en Turquía—, donde el rey Abgar V fue curado milagrosamente de la lepra por una singular imagen a la que veneró de por vida tras su conversión al cristianismo. Posteriormente, la Sábana tuvo que ser escondida de nuevo en las murallas de la ciudad para preservarla de una probable destrucción ya que los sucesores de Abgar eran paganos

Persas y bizantinos

Cuenta la tradición que en el año 544 el ejército persa de Cosroes I sitia la ciudad, los edesianos, desesperados, encuentran la reliquia y la procesionan devotamente por el perímetro de la muralla. Se obra el milagro, el campamento persa se incendia y el rey sasánida renuncia a la conquista de la ciudad.

Sería en el año 944 cuando el emperador Romano I Lecapeno consigue el traslado de la Sindone de una Edesa que ya era musulmana, hasta Constantinopla, capital del Imperio Romano de Oriente. Aún se conserva el sermón, en griego, que en agosto de ese año el archidiácono Gregorio de Santa Sofía pronunció en los fastuosos actos de recibimiento de la reliquia.

Se conserva el sermón, en griego, que en agosto de ese año el archidiácono Gregorio de Santa Sofía pronunció en los fastuosos actos de recibimiento de la reliquia

Los cruzados

La Sindone permanece, venerada y expuesta, durante casi tres siglos en la capilla del palacio imperial de Blanquernas hasta que en el año 1204 se produce el terrible saqueo cruzado de Constantinopla en el contexto de la Cuarta Cruzada. Numerosos tesoros de la ciudad son expoliados y la Sindone desaparece —ni griego ni francés supo qué fue del sudario cuando se tomó la ciudad, escribiría el cronista Robert de Cléry—, hasta que años después reapareciera como de la nada, en

Se especula con que la tela fue custodiada en Jerusalén por los seguidores del Mesías con gran secreto y cautela

Francia, a mediados del siglo XIV, de la mano del caballero Geoffroy de Charny que la custodió en una pequeña iglesia de Lirey.

A Turín

La Sábana Santa pasaría de Lirey a Saint-Hippolyte, después a Chambéry, en el 1453, para acabar en Turín en el año 1578, después de que los Saboya, sus propietarios, trasladaran la capital de su ducado desde Chambéry hasta la capital de la Liguria italiana. Desde 1983, la reliquia es propiedad de la Santa Sede por herencia de Humberto II de Saboya. Actualmente se encuentra en la capilla Guarini, anexa a la Catedral de San Juan Bautista de Turín.

Durante su compleja historia, la Sábana Santa no estuvo libre de robos, incendios, sabotajes, etc. El hecho de que la auténtica Sindone haya llegado hasta nosotros resulta algo cuestionable desde un punto de vista racional, así, los que niegan su autenticidad argumentan que los vacíos históricos de ésta se han rellenado con otras reliquias, de las muchas que existieron, o bien se han citado tradiciones sin fundamento histórico a fin de trazar un relato sólido y coherente.

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