SI BIEN LAS ENERGÍAS RENOVABLES SON UNA NECESIDAD GLOBAL PARA MITIGAR EL CAMBIO CLIMÁTICO, LA AUTORIZACIÓN DE ESTOS PROYECTOS EN LA VEGA ESTÁ GENERANDO POLÉMICA, EN PARTE DEBIDO A LAS IRREGULARIDADES Y EL PRESUNTO FRAUDE DE LEY QUE RODEA SU APROBACIÓN. ADEMÁS, LA INSTALACIÓN DE ESTAS INFRAESTRUCTURAS CONLLEVA IMPORTANTES CONSECUENCIAS NEGATIVAS PARA EL MEDIO AMBIENTE Y EL ENTORNO RURAL.
La Vega granadina, joya natural e histórica de la provincia de Granada, se enfrenta a una amenaza sin precedentes: la proliferación de plantas y huertos solares que podrían transformar radicalmente su paisaje y poner en peligro la ecología local, ya amenazada por la instalación de aerogeneradores, bien visibles desde cualquier promontorio.
La Vega: Patrimonio Natural y Cultural
La Vega de Granada es una extensa llanura que rodea la ciudad y se extiende por numerosos municipios, conformando un espacio de enorme valor paisajístico y ecológico. Durante siglos, ha sido un paisaje característico, dominado por cultivos de regadío que dependen de un sistema milenario de acequias heredado de la época prerromana, romana, andalusí y moderna. Este entorno no solo define la identidad granadina, sino que también ha sido un refugio de biodiversidad, hogar de diversas especies de elevado interés, y un área de gran valor agrícola.
Durante siglos, ha sido un paisaje característico, dominado por cultivos de regadío que dependen de un sistema milenario de acequias
El paisaje de la Vega no es solo un recurso económico o un atractivo visual: es un testimonio vivo de la historia, un equilibrio entre naturaleza y actividad humana que ha sobrevivido a los embates de la modernidad. Sin embargo, este delicado equilibrio está en riesgo debido a la instalación masiva de plantas solares, cuyos efectos negativos trascienden el ámbito estético.
Impacto
La implantación de huertos solares supone un cambio radical en el paisaje de la Vega. Estas instalaciones, que requieren grandes extensiones de terreno, transformarían los campos fértiles en enormes superficies cubiertas por paneles fotovoltaicos, destruyendo la armonía visual que ha perdurado durante siglos. La imagen tradicional de la Vega, con sus cultivos y acequias, quedaría relegada a un recuerdo, sustituida por una estampa industrial y monocromática.
La implantación de huertos solares supone un cambio radical en el paisaje de la Vega.
Pero el daño no es solo estético. El impacto ecológico de estas plantas es igualmente preocupante. La alteración del suelo y la eliminación de los cultivos reducirían significativamente la biodiversidad de la zona, afectando a especies de flora y fauna que dependen de los agrosistemas y recursos acuáticos de la Vega. Además, las infraestructuras asociadas a las plantas solares, como caminos de acceso y líneas de transmisión, fragmentan el territorio, generando barreras que dificultan el movimiento de especies y alteran los patrones naturales de drenaje de agua, exacerbando los problemas de erosión y desertificación.
¿Fraude de ley?
A estas preocupaciones medioambientales se suma la sombra del fraude de ley en la aprobación de estos proyectos. Existen indicios de que algunos de los permisos otorgados para la construcción de huertos solares en la Vega se han concedido mediante mecanismos que eluden la normativa vigente. Hay quién advierte públicamente que los procedimientos administrativos podrían haber sido manipulados o acelerados indebidamente, sin cumplir con los requisitos de evaluación ambiental y sin la transparencia que exige la ley.
Está por comprobar, pero es muy posible. Posibilidades ofrece la tramitación. Aun así, sí que se exige la siempre necesaria ponderación en la aplicación de las normas atendiendo a las circunstancias del momento y el interés social. La pregunta subsiguiente es fácil: ¿estamos ante proyectos autorizados en fraude de ley?
Cierto que muchas de estas autorizaciones parecen ignorar el carácter protegido del suelo en la Vega ―o al menos no contemplan con la intensidad que debiera ser―, que históricamente ha sido destinado a la agricultura. La recalificación de estos terrenos para fines industriales como la instalación de plantas solares, ha comenzado y se está intentando en supuestos inconcebibles, y como ya se ha advertido podría haberse llevado a cabo sin el debido proceso de consulta pública o sin las debidas compensaciones medioambientales recomendables y exigibles ―faseamiento, división de proyectos para solventar obstáculos, aprobaciones no condicionadas, etc.―.
Estos hechos generan una fuerte desconfianza en la gestión pública y suscitan preguntas sobre quiénes realmente se benefician de estos proyectos, en detrimento de la comunidad local y su patrimonio natural. Unos proyectos que realmente arrojarán con el tiempo pobreza y de hecho que nuevamente Granada se convierta en la Cenicienta de esta Andalucía dedicada a producir para beneficio de otros territorios ―hay quién nos llama abiertamente “la pila de Andalucía”.
Alternativas Viables
La transición hacia energías renovables es, sin duda, un paso esencial hacia un futuro más sostenible, pero debe realizarse de forma responsable y respetuosa con los entornos naturales y las comunidades que los habitan. Existen alternativas más viables para la instalación de plantas solares sin comprometer la Vega granadina. Las cubiertas de edificios industriales, los tejados de infraestructuras públicas y privadas, o incluso terrenos degradados podrían acoger este tipo de instalaciones sin necesidad de invadir un paisaje tan valioso.
Asimismo, es crucial fomentar proyectos de energía renovable a pequeña escala y de autoconsumo en lugar de concentrar grandes plantas en áreas rurales, lo que contribuiría a democratizar el acceso a la energía verde sin sacrificar nuestro entorno natural.
La defensa de la Vega es, en última instancia, una defensa de nuestro derecho a un entorno sostenible y justo, donde el progreso tecnológico no implique la pérdida de nuestra herencia natural.
Corolario
A modo de conclusión digamos que debe tenerse claro que la Vega granadina no solo es un espacio de cultivo, sino un símbolo del patrimonio cultural y natural de la región. Permitir la instalación de plantas solares a gran escala en esta área supone una grave amenaza para el paisaje, la ecología y la identidad granadina. Además, los indicios de fraude en la autorización de estos proyectos subrayan la urgencia de una revisión profunda de los procesos administrativos y una mayor vigilancia ciudadana sobre las decisiones que afectan a nuestro entorno.
La energía solar es en buena parte nuestro futuro, pero no puede construirse a costa de destruir nuestro pasado y nuestro presente. La defensa de la Vega es, en última instancia, una defensa de nuestro derecho a un entorno sostenible y justo, donde el progreso tecnológico no implique la pérdida de nuestra herencia natural.