La inauguración del tranvía de Sierra Nevada constituyó hace un siglo, un acontecimiento digno de todos honores de la actualidad. Vino este hecho interesantísimo a dar mayor amplitud y más viva realidad al espíritu optimista en que debía inspirarse el resurgimiento de Granada.
Antes que esta línea se inauguraron otras líneas tranviarias que incorporaron a nuestra capital importantes núcleos de población. Se tejió en nuestra provincia una admirable red de comunicaciones que fueron base de una positiva obra de progreso. Y con el tranvía Sierra Nevada se pretendió que sus beneficios alcanzaran a algunos pueblos que vivían aislados como en los tiempos primitivos.
Centenario del Tranvía de Sierra Nevada
Pero, además, la línea que se abrió al servicio público el domingo 21 de febrero de 1925 representó un paso enorme en la empresa de fomentar el turismo en Granada.
Su principal misión consistió en abrir el camino de la sierra y facilitar el acceso a ese grandioso monumento de la naturaleza, prodigio en riquezas naturales y maravillosas perspectivas que es el macizo Penibético.
El tranvía de Sierra Nevada vino a encauzar las actividades del turismo hacia esa espléndida fuente de emoción y sirvió para explotar una riqueza que hasta ese momento permaneció lamentablemente olvidada. Tuvo, pues, la nueva línea un interés extraordinario y constituyó un positivo factor de progreso.
Sobrevivió y se extendió con numerosas dificultades a lo largo de casi 50 años que estuvo dando servicio, pero lamentablemente el desdén del desarrollismo acabó con él ―desapareció el 20 de enero de 1974―. Fue dilapidada por fundamentos falsos y espurios. ¿Qué riqueza no atesoraría ahora Granada y nuestra Sierra si esta infraestructura se hubiese mantenido? Se puede imaginar fácilmente.
Conviene ahora plantear seriamente el problema del ecoturismo y pensar en una labor intensa que sitúe a Granada otra vez en lugar preeminente de las rutas universales. El atractivo de Granada no está solamente en el prodigio de sus monumentos, únicos en el mundo, sino también en la maravilla de sus paisajes y la indescriptible grandiosidad de la sierra, que no sólo es fuente de emoción espiritual, sino filón inagotable de riquezas hasta hoy inexplotadas.
Poco a poco, los anhelos de resurgimiento granadino deben ir convirtiéndose en hermosas realidades. La comunicación tranviaria provincial, de no haberse destruido vilmente, sería hoy una de las más amplias redes de la Península, y el tranvía de Sierra Nevada es una importantísima apuesta por el turismo sostenible y el desarrollo armónico necesario.
Lo hicimos y lo destruyeron. Ahora toca su reimplantación.
Queda mucho por hacer indudablemente. Pero también es irrefutable qué hacer, pues representará un avance de progreso de verdadera transcendencia y una reparación histórica inaplazable, que ahora exigimos con ocasión del primer centenario de su inauguración.