EN PRIMERA PERSONA: JOSÉ CALVO POYATO

Ana Morilla

HG

Catedrático de Historia y doctor en Historia Moderna, miembro de la Academia Andaluza de la Historia, José Calvo Poyato (Cabra, 1951) es uno de los más conocidos escritores de nuestro país. A lo largo de su carrera ha abordado un amplio panorama de estudio.

Se ha interesado en diversas épocas que abarcan el Siglo de Oro, la Guerra de Sucesión o el desastre del 98. También han sido objeto de su interés, entre otros, las casas de Borbón y Orleans, así como las figuras de los reyes Felipe V, Enrique IV el Impotente o las reinas viudas de España; e incluso interesantes aspectos del patrimonio artístico español.

Como novelista tiene una dilatada y exitosa trayectoria. Entre otras muchas ha publicado El hechizo del rey (2001), sobre la incapacidad de Carlos II el Hechizado para tener descendencia; La Biblia negra (2000), que ahonda en el mundo de la alquimia; Jaque a la Reina (2003), que profundiza en el Madrid de los Austrias; La orden negra (2005), respecto a la visita de Himmler a Barcelona; El manuscrito de Calderón (2005) y El ritual de las doncellas (2006), protagonizadas por el personaje del pesquisidor Pedro Capablanca; Sangre en la Calle del Turco (2011), sobre el magnicidio del general Prim; o El Gran Capitán (2015), sobre Gonzalo Fernández de Córdoba.

Ha obtenido los premios Juan Valera, el Monografías de investigación; el accésit al premio de Historia Social Juan Díaz del Moral; además del Juan Bernier de Historia. También ha sido finalista del Torrevieja de novela. La revista HG habla con él sobre su obra.

Usted ha tratado en sus libros (ya sean de investigación, ya sean novelas) aspectos fascinantes de la historia del arte como el hallazgo del tesoro de Guarrazar –que acabó en Francia– en El último tesoro visigodo (2019); el descubrimiento de las pinturas rupestres en Altamira, Historia de una polémica (2015); o el destino de numerosos cuadros durante la Guerra Civil en El milagro del Prado (2018). ¿Qué le llevó a dar a conocer estos hechos a sus lectores?
Fueron varias las razones. La primera, escribir sobre algunos elementos de nuestro patrimonio histórico que, por alguna circunstancia, generaron polémica e incluso escándalo. El caso del tesoro de Guarrazar es paradigmático. Su descubrimiento fue fortuito y las circunstancias en que se produjo llevaron a la pérdida de una parte —no sabemos cuántas de las coronas votivas fueron fundidas antes de que se vendieran en Francia— del mismo. Luego, cuando se supo que habían salido de España, se generó una viva polémica que sirvió entonces para muy poco. Parte de las coronas de ese tesoro, que hoy pueden contemplarse en el Museo Arqueológico Nacional, regresaron a España en 1940, tras un acuerdo del gobierno de Franco con el de Vichy, a cuyo frente estaba Petain.

En el caso de las pinturas de Altamira, su descubrimiento por Marcelino Sanz de Sautuola, llevó a que se le denigrara como falsificador y se desacreditara a Vilanova y Piera, quien defendió la autenticidad de las pinturas en congresos internacionales. No se admitieron como una obra cumbre de la pintura universal —a esas pinturas se las ha denominado

No sabemos cuántas de las coronas votivas fueron fundidas antes de que se vendieran en Francia

como Capilla Sixtina del arte prehistórico— hasta que se descubrieron pinturas de características equiparables en el sur de Francia.

Por lo que respecta al libro El milagro del Prado, quise que se conocieran los graves riesgos que corrieron las principales obras del Museo del Prado, cuando el gobierno de Largo Caballero decidió sacarlas de Madrid durante la Guerra Civil, frente a la opinión contraria de los técnicos y conservadores del Museo que lo consideraban una barbaridad. La salida de esos cuadros del Museo que acabarían en Suiza, antes de regresar a España, terminada la guerra, se ha tratado de vender como una gran obra de la II República para salvar dichos cuadros, que se suponía corrían un grave peligro.

En el caso de las pinturas de Altamira, su descubrimiento por Marcelino Sanz de Sautuola, llevó a que se le denigrara como falsificador y se desacreditara a Vilanova y Piera, quien defendió la autenticidad de las pinturas en congresos internacionales

Con las medidas que se habían adoptado era muy escaso y sí corrieron graves riesgos con el periplo a que los sometieron las autoridades republicanas.

A lo largo de su obra se ha interesado por personajes femeninos intelectuales como la matemática y astrónoma de Alejandría retratada en El sueño de Hipatia (2009); poderosos como Caterina Sforza, La dama del Dragón (2007), una de las mujeres más apasionantes del Renacimiento, hija bastarda del duque de Milán; o políticos como Pineda, la heroína liberal granadina, en Mariana, Los hilos de la libertad (2013). ¿Qué es lo que le atrajo de estas mujeres? ¿La historia ha sido justa con ellas?

Me interesaron desde hace tiempo —La dama del Dragón tiene dieciséis años—, aquellas mujeres que a lo largo de la historia se rebelaron contra el papel que la sociedad de su tiempo les asignaba. Hipatia fue una gran matemática en una época en que el hecho de que una mujer estudiara era todo un desafío. Además, permaneció soltera, rechazando las proposiciones matrimoniales que se le hicieron, algo poco habitual en una sociedad en que el destino de la mujer era el matrimonio.

Me interesaron desde hace tiempo aquellas mujeres que a lo largo de la historia se rebelaron contra el papel que la sociedad de su tiempo les asignaba.

Caterina Sforza puso en jaque a la sociedad de su tiempo. Desafió al colegio cardenalicio, a la muerte de Sixto IV, desde el castillo de Santángelo y ante la invasión francesa de Italia fue de las pocas que se enfrentó al poderoso ejército enemigo. Algunos actos de su vida no fueron entendidos por sus contemporáneos. Si hubieran sido protagonizados por hombres, habrían sido honorables y muy celebrados. Había una vara de medir muy diferente para hombres y mujeres.

En el caso de Mariana de Pineda me atrajo su valor y decisión. Estaba muy mal visto que las mujeres de su tiempo acudieran a reuniones y más aún si eran de signo político y clandestinas —quien reinaba era Fernando VII—. Resistió todas las presiones que se le hicieron cuando estaba detenida y en capilla, incluso ofreciéndole salvar la vida si delataba a los liberales granadinos que estaban conjurados. Prefirió morir agarrotada a delatarlos.

Ha abordado períodos convulsos, entre otros la guerra de sucesión en Conjura en Madrid (1999); la guerra de Independencia en Vientos de intriga (2008); o la I República en El año de la República (2022), su última novela. ¿Cree que estos hechos nos han enseñado –o no– algo a los españoles?

No sabría que decir, pero tengo la impresión de que no. Hemos tropezado, también en otros países —tenemos una tendencia malsana a creer que nuestra historia ha sido la más trágica y sangrienta de todas—, muchas veces con la misma piedra. Aunque se dice que la historia es mater et magistra, las personas no aprendemos y, por ejemplo, las guerras, que responden a intereses muy concretos y, con frecuencia, a los de un grupo reducido, nos acompañan de forma casi permanente a la humanidad.

las guerras, que responden a intereses muy concretos y, con frecuencia, a los de un grupo reducido, nos acompañan de forma casi permanente a la humanidad

Fíjese lo que está ocurriendo en Ucrania o en Oriente Medio. Lo que se vivió en los Balcanes hace poco más de dos décadas. Son numerosos los conflictos que hay en zonas que tienen menos interés informativo, pero que son muy graves.

En España la Guerra de Sucesión fue, entre otras cosas, una guerra civil y a ella está dedicada Conjura en Madrid.

En 1873, que es el tiempo que novelo en El año de la República, el gobierno se enfrentaba a tres guerras simultáneamente y las tres eran guerras civiles: guerra en Cuba, que era entonces una provincia española como Granada o Córdoba, guerra con los carlistas, la tercera, y la guerra cantonal.

En los últimos años ha ahondado en las hazañas de nuestros grandes marinos como en El espía del rey (2017), protagonizada por Jorge Juan y Santacilia; o en La ruta infinita (2019) y La travesía final (2021), protagonizadas por Juan Sebastián Elcano. ¿Qué hay de admirable en sus vidas y en sus hechos que debamos conocer?

España tiene una de las historias más apasionantes del mundo. Muchas de las empresas que llevaron a cabo quienes nos precedieron, si hubieran sido protagonizadas, pongamos por caso, por anglosajones, serían algo que habría despertado gran interés con numerosas películas, series de televisión, grandes programas… Nunca hemos sabido poner en valor lo que hicieron los españoles de siglos atrás.

Hay una parte importante de españoles que alimenta con sus criterios la llamada Leyenda Negra. Ciertamente se hicieron cosas mal, pero muchas otras se hicieron bien y fueron brillantes. Se suele denostar mucho el imperio español, mientras que los de otros países, como es el caso del imperio británico, francés, holandés o belga, pasan como ejemplos de civilización, cuando no lo son.

Voy a poner sólo un ejemplo. En Hispanoamérica hay casi medio centenar de obras que han sido declaradas patrimonio de la humanidad. No se busquen cuántas hay en el imperio británico, francés, holandés o belga. No hay ninguna. Eso son datos objetivos.

En novelas como El espía del rey, La ruta infinita o La travesía final he tratado de recoger hazañas muy importantes de marinos como Jorge Juan o Juan Sebastián Elcano, que es quien dio la primera vuelta al mundo. No fue Magallanes, aunque hay quien todavía lo afirma con muy poco fundamento, incluso en España se habla de la primera vuelta al mundo de Magallanes.

España tiene una de las historias más apasionantes del mundo… habría despertado gran interés con numerosas películas, series de televisión, grandes programas… Nunca hemos sabido poner en valor lo que hicieron los españoles de siglos atrás.

¿Puede avanzar algo a los lectores de HG sobre su nuevo trabajo?

Habrá nueva novela en 2024, llegará a las librerías en los primeros días de marzo. Sitúo al lector en las primeras décadas del siglo XVI cuando se están echando los cimientos de lo que va a ser el imperio en el que, bajo Felipe II, no se pondrá el sol. Por las páginas de esa novela desfilarán personajes tan importantes como Isabel la Católica y su esposo el rey Fernando. El gramático Nebrija, el cardenal Cisneros, Juana, a la que llamaron la Loca, y su marido, al que apodaron el Hermoso…

También algunos personajes de ficción, verosímiles y pienso que atractivos, que han de desentrañar un asunto muy, muy complicado. No debo decir más.

Estamos en un momento convulso. Se está tensando el orden constitucional por ambiciones particulares. Se sostienen cosas que hace unos meses, quienes las sostienen, negaban rotundamente que tuvieran encaje en la Constitución y se está poniendo en riesgo la separación de poderes.

Como historiador y también como diputado provincial y autonómico que ha sido ¿qué piensa del momento político actual que atraviesa nuestro país?
Estamos en un momento convulso. Se está tensando el orden constitucional por ambiciones particulares. Se sostienen cosas que hace unos meses, quienes las sostienen, negaban rotundamente que tuvieran encaje en la Constitución y se está poniendo en riesgo la separación de poderes.

Incluso personajes como Alfonso Guerra, que llegó a decir que Montesquieu, autor de El espíritu de las leyes, donde abogaba por la separación de poderes del Estado, estaba muerto, ha hecho serías advertencias sobre las consecuencias de lo que está ocurriendo. Se pacta con un prófugo de la justicia que afirma que su propósito es destruir España. Lo han dicho Felipe González, Francisco Vázquez, Nicolás Redondo, Joaquín Leguina… Ellos y muchos más han hecho serias advertencias.

Espero que, al igual que en otros momentos complicados de nuestra historia, salgamos con bien de este atolladero.

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Ana Morilla Palacios

Doctora por la UGR con el programa Teoría de la Literatura y del Arte y Literatura Comparada. Profesora, editora y escritora.

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