Miguel Arnas Coronado es académico de Buenas Letras de Granada. Escritor de relato, novela, crítica literaria y, ocasionalmente, poesía. Autor de “Dos poemas y un fracaso” (1979), “Bajo la encina” (2003), “El árbol” (2006), “Buscar o no buscar” (2007), “La insigne chimenea” (2010), “Ashaverus el libidinoso” (2014), “Nos” (2015), “Ashaverus el creador (2017), “Piano en pájaro” (2017), “Concierto triste para trío y coro” (2018), “Lejos de toda esa gente con ideas” (2023), “La novena” (2024), entre otras muchas publicaciones.
Miguel Arnas ha recibido por sus novelas distintos premios literarios, como el Provincia de Guadalajara, el Francisco Umbral y un accésit en el José Somoza.
Hablamos con el autor en esta Feria del Libro de Granada, donde ha presentado su última publicación, “Trenes” (Alhulia, 2024), que contiene tres relatos escritos durante la pandemia. El primero, ambientado en 1939, está dedicado a su padre, que sufrió el primer viaje. Los otros dos, en 1964 y 2015, a sí mismo, que los disfrutó.
¿Qué papel tiene su padre en la obra de Miguel Arnas?
Todo, mi padre me contagió su gusto por contar historias. Era una persona íntegra, comprensiva y moderna. Yo lo calificaba como hombre de acción, y no porque fuera especie de superhéroe o buscavidas, al contrario, sino porque tenía la capacidad de adaptación para sobrevivir, para hacerse suyas las ventajas, criticando y oponiéndose a las desventajas, del mundo moderno.
mi padre me contagió su gusto por contar historias
Un ejemplo: anticipó que algún día podríamos hablar por teléfono con una persona viendo su cara en una pantalla: hoy se llaman videoconferencias. Otro ejemplo: cuando aún no se hablaba de aceptar la homosexualidad como algo cotidiano, él aseguraba que era preferible ver a dos personas besándose por la calle que peleándose. El mismo o parecido afecto y admiración tengo por mi esposa. Y por mis hijos, por supuesto.
Mis amigos me han promocionado literaria y culturalmente, me han dado la escasa seguridad en mí mismo que nunca tuve. La vida rodeada de personas estupendas es bella. En todas las solapillas de mis novelas publicadas hablo de esos tres puntos que conforman el plano de mi vida: la literatura, la música y el amor.
Usted indica en el epílogo que de la pandemia para acá ha aumentado notablemente la incomunicación, cuando se vaticinaba todo lo contrario. ¿Es la falta de comunicación uno de los temas centrales de su libro?
No es que desde la pandemia haya aumentado, sino que la incomunicación va creciendo lenta pero inexorablemente, haya o no pandemia. Siempre ha existido, pero el aislamiento en el que hoy nos movemos pocas veces ha existido. El humano recela del de al lado. Hoy, ni recelamos ni dejamos de recelar: el de al lado nos es indiferente. Se creía que con la pandemia mejoraríamos. Ya predije que eso no sería así, que después de los aplausos a los sanitarios, volverían las agresiones si no me atienden a mí inmediatamente. Tengo un amigo muy querido que se acusa de tonto por haber creído que sería así y ha escrito un texto que produce carcajadas.
Las dedicatorias hacen pensar que “Trenes” es un libro autobiográfico, pero ¿qué va a encontrar el lector con respecto a este asunto?
Ya he dicho en más de una ocasión que no me gusta ser autobiográfico ni hacer autoficción. Creo que la literatura debe ser creación de mundos, de personajes. Pero lo cierto es que todos cuantos escribimos nos basamos en experiencias propias, luego todo tiene un trasfondo autobiográfico.
no me gusta ser autobiográfico ni hacer autoficción. Creo que la literatura debe ser creación de mundos, de personajes
Además, todos, también, cometemos pecados, contradicciones. Es autobiográfico porque lo que narro en Trenes me sucedió de veras, incluso la primera narración que afectó a mi padre en el año 39, 10 años antes de que yo naciera, si bien él me la contó tantas veces que es como si me hubiese sucedido a mí.
Es cierto que adorno un tanto las anécdotas, a pesar de lo cual, sí, todo fue real. Por ejemplo, el personaje del último cuento se llamaba, porque falleció, Ángel. Si le pongo Custodio es porque en verdad mi amigo custodiaba la bondad, era su representante en la tierra, un verdadero ángel.
A lo largo de muchos años ha abordado cuestiones como las fuentes del mal, ha reflejado épocas como la Guerra Civil o la Transición, ha recreado Barcelona y ha presentado temáticas como la música o la lógica histórica. ¿Diría que son una presente en su producción literaria?
Sí, son una constante en mi producción. Max Aub decía que cada uno es de donde estudió el bachillerato, es decir de donde pasó su juventud. Nací en Barcelona y me vine a vivir a Granada con 31 años. Barcelona sigue teniendo un poso de “mi” ciudad.
Lo mismo ocurre con el tiempo histórico. Lo de la Guerra Civil no lo viví, por supuesto; fue mi padre y mi curiosidad quienes me metieron en ese mundo. La Transición, tan denostada sin razón hoy, sí la viví. De no haberse hecho tan bien, con todos sus defectos, la cantidad de muertos hubiera superado a los de aquella guerra, aunque no hubiese habido guerra declarada.
Respecto a la lógica histórica es atractiva para mí, justo porque la Historia carece de lógica.
El mal es un asunto ético y filosófico (incluso religioso, y no hablo solo de cristianismo) que debe obsesionar a todo aquel que piensa y desea transcribir, representar sus pensamientos. La música significa un complejo de inferioridad para todo escritor: ella actúa desde lo abstracto, mientras la literatura tiene que ceñirse a lo concreto, a la anécdota, las personas y los objetos. La armonía que puede producir la música solo determinados genios como García Lorca pueden alcanzarla con la palabra poética. La narrativa no llega a tanto, no puede llegar, y de ahí aquel complejo.
Puesto que Horizonte Garnata es una revista granadina y granadinista, quisiéramos preguntarle qué papel ha jugado Granada en su vida y en su obra.
Vivo en Granada desde el año 89. Antes viví en Guadix 9 años. Entonces, Guadix era una ciudad enormemente provinciana, ahora, con la autovía, está mucho más cercana a la capital. Llegar a aquel pueblo, pues lo era, desde Barcelona, representó un trauma para mí, un trauma buscado.
Esa tranquilidad me proporcionó el suficiente sosiego para escribir. Fue allí donde conocí a mi actual esposa, que me salvó de todo, me rescató del mismísimo infierno. He conseguido, de unos 5 años para acá, escribir desde y sobre Granada.
Granada me ha dado amor, me ha proporcionado amigos, salud, calma, me está viendo envejecer
Me he inventado un pueblo, Alcántara de los Pinos, que ya aparece en “La novena” y que sitúo a las afueras de la ciudad; es para mí especie de Yoknapatawpha o Macondo, y en él planteo la acción de un par de novelas inéditas aún.
Granada, a pesar de los trabajos de adaptación, inevitables para cualquiera que emigra, ha cumplido un papel vital en mi existencia: me ha dado amor, me ha proporcionado amigos, salud, calma, me está viendo envejecer.
¿Cree que esta ciudad y la provincia han desarrollado todo su potencial? ¿Qué necesitaríamos para equipararnos con otras zonas más pujantes de la comunidad autónoma?
Sí, no tenemos más que compararla con Málaga. No es solo una cuestión de que la capital vecina tiene mucho dinero por tener mucho turismo. Aquí también lo tenemos, y debemos superar lo del chavico.
la ocasión de la capitalidad cultural en el 31 es vital. Si no sabemos aprovecharla es para que nos peguen un tiro
Potenciar la vida cultural de Granada, salvarla de un turismo masivo que mata la gallina de los huevos de oro. La ocasión de la capitalidad cultural en el 31 es vital. Si no sabemos aprovecharla es para que nos peguen un tiro. No todo es fútbol en la vida, aunque también.