TENDEMOS A PENSAR QUE LA CORRUPCIÓN ES UN FENÓMENO ACTUAL, UN PRODUCTO DE LA SOCIEDAD MODERNA QUE SUFRIMOS SOLO EN LOS PAISES OCCIDENTALES. SIN EMBARGO, LAS CRÓNICAS MÁS ANTIGUAS QUE SE CONSERVAN DAN TESTIMONIO DE SU EXISTENCIA.
LOLA RÍOS
Sociólogo
La corrupción política es un problema global que afecta a todas las sociedades. Se trata de un fenómeno complejo y multifacético que se define como el abuso de poder para beneficio personal o de un grupo, en detrimento del bien común.
Puede adoptar muchas formas, desde el soborno y la extorsión hasta el nepotismo y el tráfico de influencias. Tendemos a pensar que la corrupción es un fenómeno actual, un producto de la sociedad moderna que sufrimos solo en los países occidentales. Sin embargo, las crónicas más antiguas que se conservan dan testimonio de su existencia. Es, también, un problema que afecta tanto a países desarrollados como a países en desarrollo, y se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la sociedad civil en todo el mundo.
Los efectos de la corrupción política son perjudiciales para la economía, la justicia, la democracia y la sociedad en general. Así, y en primer lugar, la corrupción socava el crecimiento económico al desalentar la inversión y fomentar la inestabilidad política y económica. También distorsiona los mercados y fomenta la desigualdad, lo que a su vez puede llevar a una mayor pobreza. En segundo lugar, la corrupción afecta el sistema judicial al debilitar la independencia y la imparcialidad de los tribunales. Los jueces pueden ser sobornados o presionados para tomar decisiones injustas o favorables a los intereses de los corruptos, lo que mina la confianza de la ciudadanía en el sistema judicial. En tercer lugar, la corrupción daña la democracia al distorsionar el proceso electoral y el acceso a la información. Los políticos corruptos pueden manipular las elecciones y la opinión pública mediante la compra de votos y el control de los medios de comunicación. Esto conduce a una profunda erosión de la confianza de la ciudadanía en el sistema político y a una mayor apatía política. Y por último, la corrupción afecta negativamente a la sociedad al crear una cultura de deshonestidad y de impunidad. Los ciudadanos pueden perder la fe en sus instituciones y en sus líderes, lo que puede dar lugar a la desconfianza y a la polarización social.
Por todas estas razones, básicamente, la corrupción política es un problema grave que afecta a todas las sociedades. Frente a ella se debe reaccionar de modo contundente, si no se quiere acabar con el modelo ideal de una sociedad justa y de valores.
Para abordar este problema, es necesario adoptar medidas eficaces, incluyendo la mejora de la transparencia, la rendición de cuentas y la independencia judicial. Es básico para vencer las actitudes corruptas que la ciudadanía sea consciente de la gravedad de la corrupción política, haciendo que toda la sociedad en su conjunto participe activamente en la lucha contra ella. Solo a través de un esfuerzo colectivo y sostenido se podrá erradicar la corrupción política y crear una sociedad más justa y equitativa para todos.
El caso Mediador que ha saltado a la información en los últimos días es uno más de los muchos que se dan y que ya se conocen. Amenaza con acabar con las escasas expectativas que el Partido Socialista tiene de volver a repetir un triunfo electoral.
El caso Mediador que ha saltado a la información en los últimos días es uno más de los muchos que se dan y que ya se conocen. Amenaza con acabar con las escasas expectativas que el Partido Socialista tiene de volver a repetir un triunfo electoral.
La memoria electoral permite esta conclusión, porque en el pasado otros asuntos como los casos Filesa, Roldán, Púnica, Bárcenas, EREs, Kitchen… y tantos otros anteriores que podrían citarse, dieron al traste con las aspiraciones políticas de los partidos a los que afectaron. Ahora bien, la ciudadanía siente mayor aversión frente a estos asuntos en los que se entremezclan comportamientos vulgares y soeces, en los que aditamentos como drogas, alcohol, prostitución, fiestas exacerbadas y demás, rodean los comportamientos corruptos que aquellos otros en los que solo la apropiación o malversación de caudales sin aquellos componentes groseros.
Asuntos como los citados desmerecen el sistema; rebajan la calidad democrática y debilitan las instituciones, algunas de las cuales ya se hallan resentidas por distintos factores de colonización política e, incluso, de escándalos que, siendo ajenos a ellas, las han hecho campo de confrontación de los diferentes partidos. La Corona, el CNI, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Supremo, el Tribunal de Cuentas y hasta el Tribunal Constitucional,
Los efectos de la corrupción política son perjudiciales para la economía, la justicia, la democracia y la sociedad en general.
han sido lugares donde últimamente se han dilucidado batallas y conflictos que en una democracia consolidada y responsable jamás deberían haberse producido. Y ahora, la corrupción ha alcanzado a la más alta institución de la soberanía nacional, las Cortes, que ya en los últimos tiempos, por las malas praxis del ejecutivo, ha funcionado más como una convención que como una auténtica cámara de representación popular.
De no corregirse pronto estas actitudes políticas y en caso de no fortalecerse el funcionamiento independiente de las instituciones, nuestro país, puede entrar en una espiral de difícil contención y consecuencias.