LA TOMA DE GRANADA

Ana Morilla

Desde siempre se han celebrado “fiestas” que rememoran hechos históricos, muchas de ellas con un origen bélico, por tanto recordamos momentos violentos en manifestaciones populares y oficiales ligadas al pasado; que se denominen “fiesta” –por los ciudadanos o las autoridades– es seña de identidad cultural y no implica que quienes celebran, conmemoran o recrean dichos hechos sean defensores de la guerra y las expulsiones de un determinado colectivo, sino más bien del impulso del comercio local y la industria turística, pues suponen la visita de miles de personas, cosa que agradecerán restaurantes y hoteles. Además estas conmemoraciones permiten interpretar historia y patrimonio, así como sus consecuencias.


Por ejemplo, las vistosas fiestas de moros y cristianos que se celebran en casi toda la geografía española y también fuera de esta, en Europa, América y Asia por influencia española. Se remontan a la Reconquista y se documentan por primera vez en Lleida en el siglo XII. Se celebraban con distintos motivos, uno de ellos las victorias militares y los tratados de paz. Estas fiestas se fusionaron con las de banderas (donde los soldados ondeaban pendones) y con otras donde las milicias disparaban sus arcabuces. No hay un origen de paz y amor en la génesis de tan famosas celebraciones, pero no vemos en los medios de comunicación insultos de algunos políticos a los asistentes a dichos –hermosísimos por cierto– desfiles.

Las fiestas del sin par Palio de Siena –el palio es un estandarte, sí, un pendón como el que se tremola en las Tomas– se remontan al siglo XIII. Su origen está en el fin del asedio florentino tras la batalla de Montaperti que enfrentó a güelfos y gibelinos. Aunque se sospecha que su origen es anterior, estaría en las competiciones de las distintas compañías militares de la ciudad. Por supuesto incluye un desfile histórico con numerosos figurantes disfrazados.

El Día de los Caídos –el último lunes de mayo– recuerda cada año en Estados Unidos a los soldados que murieron en combate en su Guerra Civil y otras. El 11 de noviembre se celebra en Francia y el Reino Unido el aniversario del Armisticio de 1918; en Francia también se conoce como Día de la Victoria, en el Reino Unido tiene como símbolo la amapola. El 27 de enero con motivo de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz en 1945 se celebra el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto. EEUU lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, tres días después lo hizo sobre Nagasaki. Cada 6 de agosto, día de la bomba atómica, Japón celebra una ceremonia conmemorativa.

¿Significa que los asistentes a estas conmemoraciones señaladas son unos belicistas a los que alegran la imagen de la desolación y la muerte o que defienden la cultura del recuerdo y la memoria colectiva?

Vayamos ahora a diversas Tomas: el Día del Pendón es la tradición más antigua que conserva Almería, se remonta a 534 años con motivo de la rendición del Zagal y la entrega de las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos –tres años antes de la Toma de Granada–, oficializada el 26 de diciembre.

No son pocas las voces almerienses que piden que se restituya el ceremonial histórico (eliminando los vivas y el himno a Andalucía que resultan anacrónicos) y que se hagan recreaciones y acciones culturales con fidelidad histórica que dinamicen el turismo y atraigan visitantes a la ciudad. Sevilla conmemora cada 23 de noviembre su Reconquista a manos de Fernando III el Santo, patrón de la ciudad.

La Toma sevillana tuvo lugar en 1248 y es considerada una de las gestas más importantes de su historia, por ello se celebran cada año distintos eventos religiosos en la catedral que incluyen la apertura de la urna del rey san Fernando, así como una procesión por el centro de la ciudad, llamada procesión de Tercias o de la Espada, donde se procesionan la espada –llamada Lobera– y el Pendón de San Fernando acompañadas de diversas imágenes cristianas. Se viene realizando de forma ininterrumpida desde el siglo XIII. El honor recae en el alcalde y un concejal de la Corporación Municipal.

Me recuerda bastante a lo que se hace en Granada. No he visto en ningún medio de comunicación a ningún político insultando a los asistentes, como pasa aquí.
Investiguen ustedes a ver cuántas “Tomas” –conquista de territorios musulmanes– se celebran, conmemoran o recrean en este país y averigüen por qué la única acusada de “islamofobia y andalucifobia propia de sueños húmedos de fachas” es la nuestra, por qué los únicos cristianos “que tiran la cruz a los musulmanes a la cabeza” son los granadinos –la gaditana Teresa Rodríguez dixit–, no los

Conmemoración de la Toma de Sevilla en la catedral este año

sevillanos que pasean la espada de su santo conquistador, pongamos por caso. Sí, en Sevilla también había un reino islámico.

Por qué personas de fuera –y de dentro– se empeñan en demonizar una conmemoración que puede generar ingresos a una ciudad que tiene como única industria el turismo, en lugar de poner las bases para analizar los hechos desde todas las perspectivas.

La Razón denigra y politiza la Toma de Granada 2023
La Razón enaltece la Toma de Sevilla 2023

Considero muy interesante cualquier análisis, pero más aún que se convierta a Granada en ciudad de ocio histórico con desfiles de moros y cristianos –por qué no–, recreaciones, pasacalles, mercadillos medievales, exposiciones, talleres, conferencias y lo que se vea conveniente.

¿O tienen miedo de que por ser día festivo se cierren las numerosas fábricas que tenemos en la ciudad y por ello perdamos productividad? Debe ser eso.

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Ana Morilla Palacios

Doctora por la UGR con el programa Teoría de la Literatura y del Arte y Literatura Comparada. Profesora, editora y escritora.

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