NIGÜELAS: EL RITMO LENTO Y CAUTIVADOR DEL VALLE DE LA ALEGRÍA

Paz, belleza y naturaleza se unen en Nigüelas, conocida como el Balcón del Valle de Lecrín, que ha hecho del agua de Sierra Nevada, su bien más preciado.

Festina Lente, traducido como apresúrate despacio, es el lema de este municipio de la zona alta del Valle de Lecrín, al ser sus habitantes tradicionalmente conocidos como “los lentos”. El origen de este apodo es realmente curioso.

Nigüelas

Según cuenta la leyenda, hace mucho tiempo, se celebró una rifa entre distintos pueblos de la zona y Nigüelas fue agraciada con una imagen de la Virgen del Sagrado Corazón. Debido a que ya contaban los nigüeleños con una Virgen similar en su parroquia, se decidió ceder la imagen a la vecina localidad de Dúrcal

Se cuenta que fue tal la cantidad de gente que acompañó a la Virgen en su camino a Dúrcal, que la improvisada procesión tardó muchas horas, de ahí que los durqueños denominaran a las gentes de Nigüelas como los lentos.

A raíz de ello, el ayuntamiento decidió que el lema del municipio fuera Festina Lente, apareciendo dicha locución en su escudo.

De hecho, se trata de una expresión muy utilizada a lo largo de la historia, encontrando su origen en la fábula de Esopo sobre la liebre y la tortuga, siendo también usada como símbolo del emperador romano Augusto.

Echando la vista atrás, Nigüelas tiene origen árabe, siendo conocida en aquella época como Niwalas, que significa atalaya. Formaba parte de la Tahá de Padul en el reino nazarí de Granada.

En 1491, un Sultán Nazarí se encaminaba hacia el sur de Granada a través de la ruta que los viajeros usaban para transportar olivos, seda y cítricos, cuando tropezó con un pueblo al pie de Sierra Nevada, llamado Niwalas, hoy Nigüelas. El sultán quedó perdidamente enamorado del lugar por su brisa cálida, olor a jazmín y yerbabuena y cuya espuma del mar parece bañar sus montañas de blanco. El Sultán, no queriendo separar su alma de aquel maravilloso lugar, dejó caer una semilla de olivo la cual portaba un misterioso secreto…

Tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, la agricultura continuó siendo su principal actividad económica, para la cual era fundamental el agua proveniente de Sierra Nevada. Al ingenioso sistema de acequias implantado por los musulmanes, se le unió la construcción en el siglo XVI del Partidor de Aguas, que continúa dividiendo el caudal de agua hacia las vegas de Nigüelas y Dúrcal, y que actualmente se puede visitar.

Estas aguas siguen nutriendo las huertas de la zona, haciendo que los alrededores de Nigüelas sean un auténtico vergel repleto de almendros y olivos, pero también de caquis y nísperos. Estas especies soportan temperaturas algo más extremas que los naranjos y limoneros típicos de las zonas bajas de este valle, al estar estos últimos más expuestos a la influencia marítima, que suaviza las temperaturas.

También el agua movía molinos de aceite y de trigo. De hecho, Nigüelas cuenta con uno de los molinos de aceite más antiguos de España y Europa, la almazara “La Erilla”, construida entre los siglos XIII y XV, hoy convertida en centro de interpretación. Esta almazara cuenta con dos sistemas de molienda: el molino de sangre, de época íbero-romana, que se caracterizaba por ser de tracción animal, y el molino hidráulico, construido en el siglo XV gracias a los avances en la gestión del agua por parte de los musulmanes.

Entre el laberinto de angostas calles y casas blancas, llegamos a la Iglesia de San Juan Bautista, cuya torre se erige esbelta entre el pequeño caserío. Fue levantada entre 1557 y 1563, sobre los cimientos de una antigua mezquita. Los moriscos la quemaron apenas terminada, en el contexto de la rebelión de las Alpujarras, haciendo inevitable su reconstrucción. Su bello retablo, del siglo XVIII, conserva en perfecto estado la imagen de San Juan Bautista, obra del famoso escultor granadino José Risueño.

Iglesia de San Juan Bautista
Patio Casa Zayas

Aunque sin duda, el lugar que rezuma mayor belleza y encanto es la Casa Zayas y el jardín romántico que la rodea. Es un magnífico ejemplo de arquitectura granadina palaciega del siglo XVI: una casa señorial con patio interior y una huerta-jardín en la parte de atrás. Fue pensada como una finca para el recreo de la familia Zayas, donde sus elementos ornamentales recuerdan a los jardines de estilo romántico del siglo XVIII. La última heredera de la familia legó la casa a la Fundación Zayas, expropiándose en 1992 para albergar en ella el ayuntamiento de Nigüelas.

El rumor del agua nos acompaña en nuestro paseo por Nigüelas cuando nos acercamos a la acequia de la Pavilla. Su trazado puede recorrerse en una agradable ruta de senderismo en la que nos adentramos de lleno en Sierra Nevada. Resulta interesante el origen del nombre del sendero. Se debe a que esta era la zona, bastante escondida, donde los jóvenes de la localidad venían a “pelar la pava”. En un punto del sendero, la acequia pasa entre dos paredes verticales muy juntas, uno de los puntos más llamativos de la ruta. Resulta especialmente sugerente hacer esta ruta en otoño, cuando la gama de colores rojizos y amarillos y el murmullo del agua del río siempre están presentes.

Otra de las razones por las que es conocida Nigüelas es por su falla. Se puede divisar desde varios kilómetros cómo una línea transversal cruza las montañas próximas a Nigüelas, siendo fácil apreciarla ya que a lo largo de ella cambia el color y la vegetación.

Los movimientos tectónicos, que dieron lugar a la cordillera de Sierra Nevada hace ocho millones de años, provocaron la salida al exterior de un conjunto de rocas que son perfectamente visibles. Sin embargo, no se trata de un proceso finalizado porque los geólogos aseguran que aún se mueve, aunque de manera inapreciable. De hecho, el 12 de abril de 2010 se produjo un terremoto de magnitud 5,8, que no produjo daños materiales ni personales al desatarse a 600 kilómetros de profundidad.

Al atardecer, desde el mirador de la Razuela y con Nigüelas a nuestros pies, contemplamos cómo los últimos rayos de sol inciden sobre los edificios de este apacible pueblo. Agua, naturaleza y tranquilidad se funden en este pequeño rincón granadino, al abrigo de una Sierra Nevada que se erige imponente, un lugar digno de visita para poder sentir el ritmo lento de Nigüelas.

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Juan Ignacio Escribano Torres

(Granada, 1997). Es graduado en Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad de Granada (2021). Actualmente es funcionario del Cuerpo de Administradores Generales de la Junta de Andalucía. Es miembro de la asociación Sociedad Civil Juntos por Granada.

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