SÁNCHEZ, PUIGDEMONT, OTEGUI… Y LA OLLA

El otro día comí olla de San Antón del bar Manolo en la Plaza Gracia; a Carmen, la dueña, le sale muy buena. Estuve comido ya para todo el día, ni merienda ni cena ni nada. ¡Qué justificada está la expresión popular de buscar la olla!, pensé.

“Buscar la olla” es un dicho popular que refleja el instinto humano primario, el de la supervivencia, y se expresa con socarronería y gracia en conversaciones de confianza: “todo el mundo va buscando la olla”, “ese va buscando la olla”, “aquel ya tiene la olla resuelta”.

“Buscar la olla” tiene hoy ya un significado mucho más genérico: mejorar, beneficiarse, conseguir el propósito, conseguir empleo, etc.

Este sintagma se refiere a la olla como alimento genérico o al cocido como plato de garbanzos con todos sus avíos, sustancioso y suculento este, que te llena y mantiene alimentado durante todo el día. Era el plato básico que comían los trabajadores del campo cuando iban a realizar duras faenas, como cavar olivos, segar, escardar, etc.

En el mundo de la política también se busca mucho la olla en el sentido de conseguir empleo, un cargo o cualquier beneficio personal. Hoy día, muchas de las personas que acceden a la política lo hacen para buscar la olla, para obtener un sueldo más o menos seguro durante un tiempo.

“Caballo Loco” era un gitano montefrieño que anunciaba a viva voz por el pueblo, a modo de premonición y advertencia en los años de la transición previos al golpe de Tejero, que la situación política de España estaba muy mal, que “la olla estaba en peligro de volcar, que estaba sujeta por un palo nada más, y que ese palo era el Rey”, y si se volcaba la olla, adiós a la democracia.

Pues bien, la situación política actual me hace recordar aquella experiencia de la olla sujeta por un palo, con la diferencia de que la gravedad y el peligro a los que hacía referencia el gitano no eran los mismos de hoy y, además, la olla actual está sujeta por varios palos.

Sánchez es el palo mayor y tiene cogida la olla por el asa, y los demás la sostienen también con palos equiparables. Todos tienen que velar porque no se vuelque, porque como vuelque se termina la olla, se termina el poder.

El juego de la olla

Pedro Sánchez y los grupos que lo apoyan han encontrado la olla, han encontrado el sustento, el poder. Sánchez y todos los grupos que lo respaldan son los palos que la sujetan: Sánchez es el palo mayor y tiene cogida la olla por el asa, y los demás la sostienen también con palos equiparables. Todos tienen que velar porque no se vuelque, porque como vuelque se termina la olla, se termina el poder. Se trata de una labor de equipo, una coordinación equilibrada de fuerzas para mantenerla, una simbiosis perfecta por la que todos se mantienen alimentados, todos dependen de todos para mantener la olla.

Un tipo de relación estrecha que se da entre dos o más especies políticas diferentes durante un tiempo prolongado, como la convivencia interesada que se establece entre los peces payaso y las anémonas o la de las pulgas y los perros.

han ideado un montaje escenográfico con amenazas de tira y afloja, de retirar el palo y hacerla caer, que también tiene su arte y mérito

Y en esta estrategia de sujeción y simbiosis han ideado un montaje escenográfico con amenazas de tira y afloja, de retirar el palo y hacerla caer, que también tiene su arte y mérito, con el fin de hacerse valer, de seguir comiendo, de conseguir algunos de sus objetivos individuales, al tiempo que contentar a su electorado.

Pero no es más que eso, un teatrico con el que entretienen a la ciudadanía y le dan juego a los medios de comunicación.

Por eso, que nadie escuche cantos de sirena o se deje engañar por rumores como mociones de censura, cuestiones de confianza o adelanto electoral, puesto que eso no son más que espejismos en el horizonte político. No va a cambiar nada. Tengamos todos la seguridad de que la olla no va a volcar porque a ninguno de los que la sujetan con su palo le interesa morir por inanición.

que nadie escuche cantos de sirena o se deje engañar por rumores como mociones de censura, cuestiones de confianza o adelanto electoral, puesto que eso no son más que espejismos en el horizonte político. No va a cambiar nada

Aquí sí que se ha dado una verdadera alineación astrológica como diría Pajín, una coyuntura, una excepcionalidad política de objetivos diversos que coinciden en un interés común: la olla.

Alfonso Guerra se preguntaba «¿alguna vez escucharemos razonar en el partido del Gobierno por qué les resulta más fácil llegar a acuerdos con populistas, separatistas y herederos del terror que con el principal partido de la oposición?” Nunca vas a tener respuesta, Alfonso, porque el sanchismo no puede reconocer esta realidad, ya que ello supone asumir que el poder, la olla, está por encima de todo, y eso no se lo garantiza el principal partido de la oposición.

Cualquier movimiento de acercamiento al PP supondría una amenaza de verdadero peligro para los demás de perder la olla, y entonces sí que no cabría la menor duda de que la dejarían volcar, lo que supondría al mismo tiempo el peligro de perderla también para Sánchez. En una mesa de comensales sin escrúpulos, sin dignidad y sin interés por España, para los que el objetivo prioritario es la olla, no existe otra alternativa. No puede ser, es imposible en las circunstancias actuales, a nadie le interesa, todos dependen de todos, de la olla. La solución a este enquistamiento solo la tiene el pueblo, la democracia.

Emiliano García Page también ha dicho que “Sánchez y su gobierno están metidos en un laberinto”, que «la situación política es insostenible”, que “no ve cómo esta legislatura puede continuar sin generar más inestabilidad en el país” y que “el propio Sánchez parece no saber cómo salir de este laberinto».

Compañero Page, Sánchez sabe que el propio laberinto es la salida, y la inestabilidad no es más que teatro, sainetes de juego de equilibrio entre los palos que sujetan la olla. Y no olvidemos que las obras de teatro, los sainetes, mantienen su puesta en escena por el público.

Es la ciudadanía quien les mantiene sujeta la olla.

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Chove

Es funcionario jubilado del Ministerio de Educación. Ha desempeñado distintos puestos de responsabilidad política. Es un observador y analista excepcional de lo cotidiano del mundo y de la política. También es escritor.

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