LAS DOS IGLESIAS NO ERAN CONSCIENTES DE LA PROFUNDA DIVISIÓN EXISTENTE ENTRE ELLAS CUANDO SE PRODUJO LA RUPTURA DEFINITIVA
Aunque ya existió algún precedente tiempo antes, en 857, fue a partir de año 1054 cuando los cristianos se dividieron entre las iglesias ortodoxa y católica. La división persiste después de casi mil años y así las cosas, se considera que fue formalmente en dicho año, cuando, con el conocido en la historiografía occidental como el Gran Cisma de Oriente, se produjo la separación.
El cisma fue el evento que, rompiendo la unidad de lo que era la Iglesia estatal del Imperio romano basada en la pentarquía (el gobierno universal radicado en cinco patriarcas: Roma, Constantinopla, Alejandría, Jerusalén y Antioquía) dividió el cristianismo calcedonio entre la Iglesia católica en Occidente y la Iglesia ortodoxa en el Oriente.
1054 se indica normalmente como el año del cisma, la ruptura fue en realidad el resultado de un largo período de distanciamiento progresivo
Aunque 1054 se indica normalmente como el año del cisma, la ruptura fue en realidad el resultado de un largo período de distanciamiento progresivo teológico y político entre las dos ramas eclesiales, que subsiste hasta la actualidad.
Diferencias y conflictos
Una serie de diferencias eclesiásticas y diferencias teológicas entre el Oriente griego y el Occidente latino precedieron a la ruptura formal. Entre ellas destacaban la Procesión del Espíritu Santo —Filioque—, si debía usarse pan con levadura o pan ácimo en la Eucaristía, la reivindicación del obispo de Roma de la jurisdicción universal, frente a la sede de Constantinopla en relación con la pentarquía.
En 1053, se tomó la primera medida que conduciría al cisma formal. Se exigió a las iglesias griegas del sur de Italia que se ajustaran a las prácticas latinas, bajo amenaza de cierre. En represalia, el patriarca Miguel I Cerulario de Constantinopla, ordenó el cierre de todas las iglesias latinas de Bizancio.
El asunto normando
En 1054, el legado papal enviado por León IX viajó a Constantinopla para, entre otras cosas, negar a Cerulario el título de «patriarca ecuménico» e insistir en que reconociera la pretensión del papa de ser la cabeza de todas las iglesias. La legación papal tenía varios propósitos, el principal, recabar la ayuda del emperador bizantino, Constantino IX, para enfrentarse a los normandos, que habían conquistado la Italia meridional.
Hubo además otros propósitos relevantes que no fueron atendidos, pero fue determinante el que el enviado papal, el cardenal Humberto de Silva Candida, excomulgase a Cerulario por haberse negado a aceptar la demanda de ayuda contra los normandos. Ello provocó que Cerulario a su vez, excomulgase a Humberto y al resto de los miembros de la legación. A partir de ese momento se produce la ruptura formal de las dos iglesias, cuya separación, ya por entonces, era realmente más profunda de lo que ambas eran conscientes.
La legación papal tenía varios propósitos, el principal, recabar la ayuda del emperador bizantino, Constantino IX, para enfrentarse a los normandos