EL AUTOR RELATA CON GRAN SENSIBILIDAD DETALLES DE LA VIDA DEL MAESTRO Y AMIGO FALLECIDO RECIENTEMENTE, PALABRAS QUE LO EVOCAN
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ DARRO
Artista plástico
Querido Miguel: Hoy la brisa trae un susurro de ausencia, un eco tenue que resuena en el alma, como si el universo guardara silencio para llorar la partida de un alma noble.
Bajo un cielo soleado pero atravesado por un aire gélido del norte, recibo la triste noticia de tu partida. Ha sido Pepo, quien con voz quebrada me comunicó el triste acontecimiento. Esta tarde, la misa en el tanatorio de San José ha marcado el momento de reunirnos para despedirte. Mientras las horas transcurren, mi memoria navega entre ráfagas de recuerdos que nos atan a lo largo de estas décadas compartidas.
hoy la brisa trae un susurro de ausencia, un eco tenue que resuena en el alma, como si el universo guardara silencio para llorar la partida de un alma noble.
Ascendí, junto a Gloria, al crepúsculo de la colina roja, como si el paisaje mismo se pintara en homenaje. Un lienzo de luz anunciaba la despedida, envolviéndote en la eternidad. Allí, lo más granado de la cultura y la sociedad granadina se reunió para rendirte tributo: Cristina, Ana, Manuela, Marite, Rocío, Concha, Virtudes, Teresa, Inma, Lucía, Carmen, José María, Juan, Reinaldo, Andrés, Eduardo, Francisco, Manolo, Miguel, Fernando, Rafael, junto a tus familiares y amigos. Una multitud de corazones vibrando con el eco de tu legado.
Don Miguel Rodríguez-Acosta Carlström, tu nombre resuena con la fuerza de quien deja una huella imborrable en la historia del arte andaluz y más allá. Protagonista y testigo de la cultura granadina desde mediados del siglo XX, fuiste artífice de la reconversión de la Fundación Pública Andaluza Rodríguez-Acosta. Gracias a ese esfuerzo, el legado de José María Rodríguez-Acosta y Manuel Gómez-Moreno perdura, iluminando generaciones.
tu nombre resuena con la fuerza de quien deja una huella imborrable en la historia del arte
Los logros hablan por sí solos: el galardón del Círculo de Bellas Artes en el XXII Salón del Grabado de 1978, el otorgado por el Ministerio de Cultura en la Bienal de Marbella de 1983, el Internacional de Grabado de Venecia en 1986, y la Gran Cruz de Isabel la Católica en 2001. Pero más allá de los galardones, eras un hombre entrañable, un mentor generoso y un amigo leal.
Nos conocimos al inicio de los años 80, en medio de tu labor de mecenazgo en la Fundación Rodríguez-Acosta. Juntos montamos exposiciones y talleres, encendiendo la chispa del arte en jóvenes y becarios. Gracias a ti llegué a París, donde en 1999 inauguré mi primera exposición individual en la Galerie Azahar. Allí compartimos las maravillas de la vida cultural parisina, uniendo nuestras pasiones en la Ciudad de la Luz.
En mayo de 2001, celebramos en Estocolmo tu antológica «Viento del Sur» coincidiendo con la gran muestra del centenario de August Strindberg. El legado que dejas conecta culturas, reflejando las raíces de tu madre. La celebración en la Embajada de España en Suecia quedó grabada en mi memoria como un homenaje a tu grandeza. Años después, en 2002, presenté mi serie «Granada 7 jardines» en la Fundación tras un periplo por los museos de Medio Oriente.
hoy partes, pero los grabados y lienzos que nos dejaste son ventanas hacia el alma de un hombre que amó profundamente el arte y la vida
En abril de 2008, Umberto Eco vino a Granada para participar en el Hay Festival Alhambra. Fue entonces cuando lo conociste, y con la elegancia de un verdadero Cicerone, nos guiaste por la Fundación. Recorrimos juntos el Carmen y la Colección Gómez Moreno, disfrutando de los sabios conocimientos y el humor fino del maestro italiano. Nos acompañó José María Luna, entonces director de la Fundación, completando una jornada inolvidable.
También recuerdo con ternura la grata sorpresa en Túnez, cuando acudiste a mi exposición en el Museo de la Ville, homenaje a Paul Klee. Tus palabras de aliento y presencia fueron el mayor de los regalos.
Hoy partes, pero los grabados y lienzos que nos dejaste son ventanas hacia el alma de un hombre que amó profundamente el arte y la vida. En cada trazo, en cada color, en cada sombra, sigues hablándonos. Gracias, Miguel, por todo lo que nos diste. Descansa en paz, querido amigo y maestro.
Con infinita gratitud,
Un comentario
Don Miguel Rodríguez Acosta fue un auténtico mecenas, un formidable, artista y un extraordinario ser humano. En definitiva, un nombre del renacimiento que GRANADA tuvo el privilegio de acoger figurando entre sus ciudadanos más ilustres.
Fue un honor conocerlo y colaborar con él durante mi etapa, como director de los institutos Cervantes de El Cairo y de Tel Aviv, donde pude constatar la gran humanidad, gallardía y cultura que adornaron una personalidad inigualable y que siempre será el faro que ilumine la cultura de Granada.