GRANADINOS CATALANES EN LA GUERRA DE LOS «SEGADORS»

LA GUERRA DE LOS «SEGADORS» (1640-1652) FUE UN CONFLICTO ENTRE ALGUNOS SECTORES CATALANES Y LA MONARQUÍA ESPAÑOLA DE FELIPE IV. SURGIÓ POR LAS TENSIONES POLÍTICAS Y FISCALES, EXACERBADAS POR EL ESFUERZO DE GUERRA CONTRA FRANCIA DURANTE LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS. LA REBELIÓN CATALANA FUE APOYADA POR FRANCIA. FINALMENTE, TRAS AÑOS DE LUCHA, CATALUÑA FUE REINCORPORADA A LA CORONA ESPAÑOLA, AUNQUE CONSERVÓ ALGUNOS DE SUS PRIVILEGIOS. EL CONFLICTO MARCÓ PROFUNDAMENTE LAS RELACIONES FUTURAS ENTRE EL TERRITORIO DE CATALUÑA Y ESPAÑA.

Era un 7 de junio de 1640. Por una Barcelona amurallada entraban 400 segadores para no ser controlados. Eran trabajadores eventuales y procedentes del Delta del Llobregat.

En un primer momento la tranquilidad fue la tónica de aquella concentración. Sin embargo, a las 9 de la mañana uno de los segadores tuvo un altercado con un servidor de uno de los alguaciles reales.

Como consecuencia de ello, el segador quedó herido. Aquello provocó que el resto de los segadores se amotinaran, intentando quemar el palacio del virrey, quemaron varias casas nobles y de juristas de la Audiencia.

Además, mataron a 11 personas. Entre ellas a Dalmau de Queralt y Codina, conde de Santa Coloma de Queralt.

Motivos para la Guerra de los «Segadors»

Aquellos hombres protestaban contra el régimen señorial, el asentamiento de tropas y el incremento de impuestos. Delante del palacio del virrey gritaron vivas al rey y muerte al mal gobierno.

El virrey, en su huida, fue interceptado por los segadores en una playa, delante del castillo de Montjuic donde, herido y extenuado, fue apuñalado sin poder huir.

El 11 de junio de 1640 las autoridades consiguieron que abandonara Barcelona bajo el pretexto que Gerona estaba a punto de ser atacada por los tercios -tropas que estaban luchando contra Francia desde el 1635- y se tenía que defender.

Los tercios, como consecuencia de la guerra se movían por el Principado, pero en son de paz. No luchaban contra los catalanes.

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El conde de Santa Coloma, Historia de España Ilustrada, 1875

Sólo buscaban cobijo. Encontraron cerradas las puertas de Sant Feliu de Pallerols y Santa Coloma de Farners.

Aquel rechazo hizo que uno de los alguaciles muriera. Los tercios represaliaron aquella muerte el 3 de mayo de 1640 en Riudarenes y el 14 de mayo en Santa Coloma de Farners. Lo que era un acto pacífico se convirtió en un alzamiento armado de los campesinos de Gerona, Ampurdán, Vallés, Osona y Ripollés.

La Corona no les perdonaba la muerte del conde de Santa Coloma.

Con el impuesto quinto (1) y la Unión de Armas (2) la relación del Principado con la Monarquía estaba rota, aquellos actos aún marcaron más el distanciamiento. La Corona no les perdonaba la muerte del conde de Santa Coloma. Hubieran podido perdonar el levantamiento de los segadores, pero no la venganza contra el virrey de Cataluña.

El virrey, en su huida, fue interceptado por los segadores en una playa, delante del castillo de Montjuic donde, herido y extenuado, fue apuñalado sin poder huir.

Los hechos ocurridos el 7 de junio del 1640 podían haber pasado sin pena ni gloria. El rey hubiera ajusticiado a los asesinos del conde de Santa Coloma y hubiera sido una historia insignificante. Sin embargo, como ocurre muchas veces, aquellos hechos se ensalzaron. Y todo gracias a la factoría Renaixença (3). Una serie de obras mitificaron aquel día. ¿Cuáles? La novela El Corpus de Sang de Manuel Angelón (1857), el poema Nit de Sang de mosén Cinto Verdaguer (1866), el drama Els Segadors de Frederic Soler Pitarra (1876), o el folleto El Corpus de Sang de Antonio Rovira y Virgili (1932).

Mapa de la Guerra de los «Segadors»

Odio y fanatismo

La guinda de pastel fue Els Segadors. Un himno reivindicativo y guerrero. Existen dos letras. La primera es la de un romance del siglo XVII que recogió Manuel Milà i Fontanals en su Romancillo catalán (1882). La letra actual es de Emili Guayavents, que la escribió para un concurso convocado por la Unión Catalanista.

Este fue organizado para buscar una letra adaptada al romance. De todas las obras presentadas ganó la de Guayavents. Esto ocurría en el 1882. En el 1892 el compositor Francesc Alió adaptó una melodía ya existente. El himno no tuvo el recibimiento esperado. Valentí Almirall dijo que era un canto de odio y fanatismo. Sin embargo, cuando lo cantó el Orfeó Català se convirtió en un himno nacional del incipiente nacionalismo -fraguado por la factoría Renaixença- de finales del siglo XIX. El 25 de febrero de 1993 el Parlament de Cataluña lo declaró himno nacional.

el espíritu revolucionario estuvo marcado por varias muertes y los desplazamientos de los tercios

El odio y fanatismo que decía Valentí Almirall lo encontramos en el siguiente texto. La letra actual dice: “Bon cop de falç! Bon cop de falç defensors de la terra! Bon cop de falç!”. El romance original decía: “Segueu arran. Segueu arran que la palla va cara. Segueu arran” (4) Guanyavents cambió el sentido de la frase y lo convirtió en un acto revolucionario.

Como hemos visto el espíritu revolucionario estuvo marcado por varias muertes y los desplazamientos de los tercios. Al respecto John H. Elliot escribe que

los historiadores catalanes de tendencia nacionalista han tendido a cargar sobre el comportamiento de las tropas, toda la culpa de los incidentes. Esto es simplificar en exceso, tanto los incidentes en sí, como los motivos de los que participaron en ellos”.

Y Jaume Vicens Vives concluye diciendo que “hasta hace no mucho, sólo poseíamos una interpretación romántica, exclusivamente política, del alzamiento catalán de 1640”.

El Corpus de Sang de H. Miralles, 1910.

El Corpus de Sang no fue un hecho histórico como muchos creen, sino una semana sangrienta donde “los nobles y verdaderos catalanes, a quienes tocaba por derecho de fidelidad y de sangre la defensa de la justicia, de la patria y de la honra del Rey, estaban cubiertos de miedo en sus casas sin atreverse a salir”. Así lo relata un personaje de la época. Y es la realidad. No fue un acto heroico, sino una inaptitud de unos ante el vandalismo de los otros. La rauxa (5) en estado puro.

Pau Claris

Aquellos hombres, los que no defendieron el poder de la Corona aquel Corpus de Sang, consideraban que no podían confiar en Felipe IV, porque no los protegía -teniendo en cuenta lo que hemos hablado- y miraron hacia Luis XIII de Francia y su valido el cardenal Richelieu. Para este último el conflicto catalán era una buena excusa para debilitar la corona española. Por eso apoyó a los sublevados. Para Francia aquello era un juego. En ningún momento fueron partidarios de defender Cataluña, todo lo contrario. Aquello les servía de colonia para exportar productos franceses. Y, encima, como veremos, se anexionaron parte del territorio español más allá de los Pirineos.

Al frente de la guerra dels Segadors estuvo Pau Claris, que era el presidente de la Diputación del General de Cataluña.

El 7 de septiembre de 1640 se firmó el pacto de Ceret. Por parte catalana Francesc de Tamarit y Francesc de Vilaplana. Por parte de Francia el cardenal Richelieu. El pacto establecía que Cataluña recibiría apoyo militar de Francia, se separaba de la Monarquía Hispánica y quedaba constituida como república libre bajo la protección de Francia. Aquel pacto fue nefasto para Cataluña. Nunca se comportó como un aliado, sino como una fuerza de ocupación. Los mercaderes franceses compitieron con los catalanes, con la salvedad que los primeros estaban protegidos por Francia y los segundos no. Al final se dieron cuenta que se habían equivocado. Que con Luis XIII vivían peor que con Felipe IV. Al final se levantaron en armas para nada, como en otras muchas ocasiones.

Pau Claris, Grabado de La Ilustración Catalana,1880

Cuando el conde-duque de Olivares les propuso la Unión de Armas se negaron. Ahora tuvieron que aceptar un ejército de 3.000 hombres y sufragarlo. Otro hecho histórico catalán que explica lo que hemos repetido varias veces -y seguiremos haciéndolo- que actúan más con la rauxa que con el seny (6).
El 17 de enero de 1641 los Brazos Generales -institución que aglutinaba los representantes de las Cortes catalanes, esto es el eclesiástico, militar y popular, que se convocaba de forma extraordinaria- proclamó la república catalana bajo la protección de Francia.

El 23 de enero de 1641 proclamaron a Luis XIII como conde de Barcelona y ponían el Principado de Cataluña bajo la soberanía de Francia. Luis XIII falleció en el 1643, siendo nombrado su hijo, Luis XIV, el Rey Sol, conde de Barcelona hasta 1652. El 27 de febrero de 1641 fallecía, envenenado con acqua di Napoli -arsénico mezclado con hierbas- Pau Claris. Fue sustituido por Josep Soler, canónigo de la Seu d’Urgell.

La República

Después de proclamarse la república catalana, el ejército franco-catalán se enfrentó al de Felipe IV en la batalla de Montjuic. Ganaron los primeros y protegieron Barcelona del enemigo “español”. La evolución de la guerra fue un enfrentamiento entre España y Francia, siendo Cataluña el campo de batalla. Recordemos que la guerra franco-española se inició en el 1635 y finalizaría en el 1659 con el tratado de los Pirineos.

No solo, como hemos dicho, tuvieron que costear el ejército francés, sino que, al ponerse en manos de Francia le cedieron la administración. Con lo cual perdieron aquello por lo que habían luchado durante tantos años: la independencia administrativa. Es decir, aquel pacto en nada les fue favorable. Vieron como los franceses dirigían sus intereses y como el pueblo era explotado a impuestos para sufragar un ejército extranjero. Todo aquello por lo que habían protestado cuando el conde-duque de Olivares les propuso con la Unión de Armas, se vieron subyugados a hacerlo para satisfacer a Luis XIII, cuyo propósito era anexionarse Valencia y Aragón.

Los catalanes tuvieron suerte al firmarse el tratado de Westfalia. Con él se ponía fin a la guerra de los Treinta Años.

Luis XIV por Hyacinthe Rigaud, 1701, Museo del Louvre

Este se firmó en el 1648. Francia fue la gran beneficiada. Gracias a ello perdieron interés por Cataluña. Es en el 1651 cuando Felipe IV, teniendo en cuenta el malestar que había entre los catalanes, decidió contraatacar. Asedió Barcelona y esta se rindió en el 1652.

Con aquella victoria Felipe IV volvió a ser reconocido como soberano, nombrando a Juan José de Austria -su hijo extramatrimonial con la actriz María Calderón- como virrey de Cataluña.

Firma de la Paz de Westfalia por Gerard Terborch, ca.1648

La Renaixença (3)

Evidentemente esta guerra, nefasta para la historia de Cataluña, fue transformada por la factoría Renaixença. Y más teniendo en cuenta la proclamación de la república catalana por Pau Claris. Este se convirtió en un ídolo del catalanismo. La guerra dels Segadors pasó a ser un alzamiento contra la política desnacionalizadora de Felipe IV. Para Ferran Soldevila fue una protesta compacta de toda la tierra catalana. Esto no es del todo cierto. Solo unos pocos estuvieron de acuerdo y la inmensa mayoría tuvieron miedo. Con el tiempo esa “protesta compacta” se fragmentó tanto que quedo diluida. Jaume Vicens Vives escribió que…

“la revolución catalana del siglo XVII fue un espectáculo de extremo confusionismo: guerra patriótica, guerra civil y revolución social, lucha internacional. ¡Qué gran martirio durante veinte años! Si el conde duque de Olivares pretendió llevar la lucha política al terreno que le convenía, el alzamiento popular, nuestra gente le facilitó el cometido… Si la monarquía española de mediados del siglo XVII hubiera tenido la décima parte de la fuerza que aparentaba su fachada, es indudable que el año 1714 se habría adelantado setenta años… Todo ello había sido como un paso cómico, si la revolución de 1640 no hubiera hecho incubar un recelo fundamentado entre catalanes y castellanos, no se hubiera establecido una divisoria entre dos clases de catalanidad: la patriótica y la colaboracionista”.

esta guerra, nefasta para la historia de Cataluña, fue transformada por la factoría Renaixença

Una vez conocidos los antecedentes y la fuerza de los Segadors viene la pregunta. ¿Por qué hablamos de este conflicto catalán al hablar de Granada? La contestación es que, a pesar de estar muy lejos influyó en aquel reino cristiano integrado en la Corona de Castilla y, en concreto a una serie de granadinos.

Bando en Bibarrambla

El 8 de octubre de 1640 el rey Felipe IV dio a conocer un bando, firmado ―proclamado― en Bibarrambla (Granada). En él ordenaba elaborar un censo de todos los catalanes estantes y habitantes. Estos debían registrarse, siempre y cuando tuvieran la condición física para asistir a la guerra, y se establecía una edad entre los 16 a 50 años. Todos ellos debían hacer una prueba de fidelidad al rey. De no hacerlo, serían detenidos. El motivo de aquel censo era defender Cataluña, su tierra de origen. El bando solo eximía del alistamiento a los lisiados.

El 8 de octubre de 1640 el rey Felipe IV dio a conocer un bando, firmado ―proclamado― en Bibarrambla (Granada)

Como hemos visto, la situación en Cataluña empeoró cuando entraron las tropas francesas. Una vez cumplimentado el bando, a finales de octubre, Felipe IV exigió que Granada enviara a Madrid un ejército de 1.000 granadinos-catalanes, que habían sido censados como catalanes y listos para entrar en guerra. Muchos de ellos -por no decir casi todos- habían nacido en Granada. Sus antepasados sí tenían origen catalán. Ellos eran descendientes de ellos, pero con toda seguridad, no les unía ningún lazo con Cataluña, aparte del familiar y quizás el idioma. Fueron a luchar no por fidelidad al rey, sino por las consecuencias si se negaban.

1.000 hombres partieron de Granada el 20 de noviembre de 1640. Al mando de Diego de Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban del Puerto

Las compañías que formaron aquellos 1.000 hombres partieron de Granada el 20 de noviembre de 1640. Al mando de Diego de Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban del Puerto. Con ellos fueron el cuerpo de guardia del Cabildo que estaba encargado de vigilar y defender las costas de los piratas berberiscos. A primeros de enero de 1641 llegaron los soldados granadinos-catalanes a Cataluña, mezclados con los demás infantes del resto de España. En total 23.000 soldados y 3.500 caballos, todos al mando de Pedro Fajardo de Zúñiga y Requesens -nieto de Luis de Requesens-, marqués de los Vélez y virrey de Cataluña.

El contingente granadino

Entraron por Martorell sin muchas complicaciones. El 26 de enero de 1641, al intentar tomar el castillo de Montjuic las cosas se complicaron al ser derrotados. De los 23.000 infantes y 3.500 caballos, al acabar la batalla sólo quedaron con vida 16.000 soldados y 2.500 caballos. Para protegerse del ejército francés y catalán retrocedieron hasta Tarragona. Ahí quedaron cercados por el mariscal francés Philippe de La Mothe-Houdancourt, hasta el 26 de agosto de 1641, cuando el ejército de Felipe IV rompió el bloqueo. Un número significativo de granadinos-catalanes fallecieron durante aquel bloqueo. Entre ellos el capitán de caballería Bernabé Hurtado de Velasco.

También cayeron granadinos-catalanes en la defensa de Tortosa. Al complicarse la situación, Felipe IV volvió a publicar un bando solicitando más soldados granadinos-catalanes. El 10 de mayo de 1642 partieron de Granada hacia Cataluña, pasando por Madrid, una compañía de 250 arcabuceros y piqueros. A cada uno de ellos se le pagó una soldada de 100 reales en Granada y otra de 100 reales cuando llegaron a Madrid. Esta compañía estaba al mando del capitán Francisco de Granada y Alarcón, familiar del Santo Oficio y Caballero de Santiago. En aquel nuevo enfrentamiento falleció Fernando Toledo y Mendoza Portocarrero.

después de la guerra de los «Segadors», se tenía que poner fin al conflicto entre España y Francia, iniciado en 1635

El final del levantamiento y de la guerra con Francia finalizó en 1659, con el llamado tratado de los Pirineos, que en nada fue beneficioso para España.

Así pues, después de la guerra de los «Segadors», se tenía que poner fin al conflicto entre España y Francia, iniciado en 1635, y no sólo como consecuencia de la guerra de los «Segadors». Evidentemente los catalanes se hicieron suyo aquel hecho de armas y consideraron a Felipe IV un rey despreocupado por solucionar los problemas que tenía y contrarios a las reformas que quería establecer el conde-duque de Olivares. La cuestión era ser los protagonistas, aunque por medio hubiera una guerra. El punto final se zanjó con el tratado de los Pirineos.

La paz

Se firmó en la isla de los Faisanes (Guipúzcoa) por Luis de Haro, en nombre de Felipe IV, y el cardenal Mazarino, en nombre de Luis XIV. Francia consiguió el condado de Artois -menos Saint-Omer y Aire sur-la-Lys-, plazas fuertes en Flandes Henao y Luxemburgo. También se le cedió el Rosellón, el Conflent, el Vallespir, el Capcir y una parte de la Cerdaña. Con lo cual se cambió la frontera con Francia. Estas regiones formaban parte de Cataluña -es lo que hoy en día los independentistas llaman la Catalunya Nord-. Se perdió un territorio como consecuencia de una revolución inútil y estéril. La única localidad catalana que quedó en territorio francés fue Llivia.

Isla de los Faisanes

Además se acordó la boda de Luis XIV de Francia con María Teresa de Austria, hija de Felipe IV. La novia tenía una dote de medio millón de escudos de oro. En contrapartida Luis XIV renunciaba a sus derechos sucesorios del trono español. Curiosamente, en el 1700, su nieto Felipe de Borbón -Felipe V- fue proclamado rey de España, aunque la guerra de Sucesión dilató su proclamación en todo el territorio español, sobre todo en Cataluña.

El tratado también incluía un indulto general y la restitución de los bienes de todos aquellos que habían sido perseguidos. Francia no cumplió mantener vigentes los Usatges de Barcelona (7) y sus instituciones. Todo eso fue derogado poco después, prohibiéndose el uso del catalán en el ámbito público y oficial.

A modo de conclusión

En resumen, por todo lo explicado, con el tratado de los Pirineos, Cataluña quedó mutilada. La guerra dels «Segadors» no fue una victoria contra la política descentralizadora de Felipe IV. Tampoco un soplo de libertad al proclamar la república catalana y convertirse en franceses. Aquellos pasos los convirtieron en una colonia sin ningún interés.

con el tratado de los Pirineos, Cataluña quedó mutilada. La guerra dels «Segadors» no fue una victoria contra la política descentralizadora de Felipe IV

Aquel ataque de rauxa hizo que Cataluña perdiera parte de su territorio en compensación por un error de Pau Claris. Se dieron cuenta, demasiado tarde, que vivían mucho mejor con Felipe IV que con Luis XIII. Con lo cual nadie puede vanagloriarse de aquellos hechos que no son gloriosos, sino vergonzosos. Y la política catalana entró en decadencia hasta que sucumbió el 11 de septiembre del 1714. Como decía Vicens Vives, si se hubiera adelantado al 1659 la historia hubiera sido muy diferente para todos.


Notas
1 – Impuesto Quinto: impuesto establecido en 1504 que se aplicaba a los metales preciosos y otros productos de valor que proviniesen de América
2 – Unión de Armas: propuesta política proclamada oficialmente en 1626 por el Conde-Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, por la que todos los «Reinos, Estados y Señoríos» de la Monarquía Hispánica contribuirían en hombres y en dinero a su defensa, en proporción a su población y a su riqueza. Así la Corona de Castilla y su Imperio de las Indias aportarían 44 000 soldados; el Principado de Cataluña, el Reino de Portugal y el Reino de Nápoles, 16 000 cada uno; los Países Bajos del sur, 12 000; el Reino de Aragón, 10 000; el Ducado de Milán, 8000; y los reinos de Valencia, Mallorca y Sicilia, 6000 cada uno, hasta totalizar un ejército de 140 000 hombres
3 – Factoría Renaixença: movimiento cultural y literario en algunos territorios de habla catalán y valenciano, que llega a su esplendor durante la segunda mitad del siglo XIX.
4 – Traducción: “Bon cop de falç! Bon cop de falç defensors de la terra! Bon cop de falç!” “Buena hozada! Buena hozada defensores de la tierra! Buena hozada!”
El romance original decía: “Segueu arran. Segueu arran que la palla va cara” Traducción: “Segad a raíz. Segad a raíz que la paja va cara”
5 – Rauxa: arrebato, actuar con poca reflexión
6 – Seny: sentido común, actuar con reflexión
7 – Usatges: usos y costumbres

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César Alcalá

Historiador y escritor

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