La localidad granadina de Íllora alberga la fortaleza nazarí más completa de España después de la Alhambra.
Íllora
Ilurco, Illywra, Íllora. Un repaso por las distintas denominaciones de esta zona nos hacen ver la rica historia de este municipio de los Montes Occidentales. Asentada en las faldas de la Sierra de Parapanda y asomada a la Vega de Granada entre fértiles tierras de secano, se erige la histórica localidad de Íllora.
Lo primero que llama la atención cuando nos aproximamos a ella es el gran peñasco que preside el conjunto de casas blancas que forman su casco antiguo y en lo alto de él encontramos su castillo, símbolo de Íllora, junto a la grandiosa Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación.
Echando la vista atrás, aunque tradicionalmente se ha asimilado Íllora con Ilurco, los estudios más recientes parecen ubicar la antigua Ilurco en el paraje del Cerro de los Infantes, en la vecina localidad de Pinos Puente. A pesar de ello, son varios los restos romanos que han sido hallados en el actual núcleo urbano, como el conjunto termal existente en la céntrica calle Ayllonas.
La llegada de los musulmanes a la zona allá por el siglo VIII desencadenó uno de los acontecimientos que más repercusión tiene en la actualidad del municipio: el martirio de San Rogelio el 16 de septiembre del 852.
San Rogelio formaba parte de la comunidad mozárabe de Íllora y, viendo como sus miembros se convertían a la fe musulmana por los beneficios económicos que ello traía, él decidió hacerse ermitaño y dedicar su vida a la oración en una cueva de la Sierra de Parapanda. Un día, junto a otro monje, fue a Córdoba, capital de Al-Ándalus, a predicar la fe cristiana en la mismísima Mezquita. Por ello fueron encarcelados y, al seguir afirmando la fe cristiana, fueron condenados a muerte, cortándole las manos, los pies y la cabeza. La actual imagen de San Rogelio, patrón de Íllora, es procesionado por las calles de la localidad cada 16 de septiembre.
Pero sin duda, la época nazarí fue la que mayor esplendor trajo a Íllora, cuando se convirtió en uno de los principales baluartes de la frontera del Reino de Granada, una vez cayó la plaza de Alcalá la Real en 1341.
Y es que el sobrenombre de ojo derecho de Granada se lo ganó por su importancia estratégica en la defensa del reino debido a su excepcional ubicación geográfica, junto con otras fortalezas importantes como las de Moclín o Montefrío.
El máximo exponente de esta relevancia lo encontramos en el castillo que preside la localidad, en lo alto de un promontorio rocoso. El hecho de que se encuentre exento por todos sus lados le confiere una apariencia inexpugnable.
A pesar de ello, sufrió varios ataques cristianos durante los siglos XIII y XIV, que contaron todos ellos con la resistencia del poder musulmán hasta el 8 de junio de 1486, cuando Íllora fue tomada por los Reyes Católicos, quienes nombraron a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, como primer alcaide de la localidad.
Como curiosidad, existe una leyenda sobre la procedencia del nombre de la sierra de Parapanda;
Se cuenta que la reina Isabel la Católica, cuando cedió Íllora al Gran Capitán, este le comentó que se trataba de tierras poco productivas y pedregosas, a lo que la reina le respondió: ¡Para pan da!, queriendo decir que al menos servía para producir alimento.
Las tropas cristianas se encontraron con una de las fortalezas más importantes del reino nazarí, al albergar en su interior una alcazaba, la villa y el arrabal, todo ello dentro del recinto amurallado. La alcazaba era la principal parte defensiva del recinto y en ella destacan los aljibes y la torre del homenaje.
Uno de los aljibes, con tres salas separadas por arcos de medio punto, fue sellado en el siglo XVI y se ha conservado como una cámara del tiempo, al haber quedado intacto, con las marcas de los distintos niveles de agua y con varios objetos que fueron olvidados. Por su parte, la villa era el principal espacio habitado en época medieval, con viviendas, almacenes, establos, hornos y donde destaca la puerta de entrada en recodo, lo que obligaba a realizar un quiebro en la circulación y así dificultar los posibles ataques, algo típico de los castillos árabes.
la imponente Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación fue proyectada por Diego de Siloé, el arquitecto de la Catedral de Granada
A los pies del Castillo, se alza la imponente Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, una espléndida muestra de la arquitectura de transición del gótico al renacimiento, típica de la comarca granadina de los Montes. Fue proyectada por Diego de Siloé, el arquitecto de la Catedral de Granada.
Contó también con la intervención de su discípulo Juan de Maeda, construyéndose entre los años 1542 y 1573. De su exterior, lo primero que nos llama la atención, aparte de su imponente única nave, son los doce contrafuertes que sobresalen en la parte superior, así como las dos bellas portadas que dan acceso al templo. En su interior, la amplia nave presenta bóvedas de crucería, así como una numerosa colección de pinturas, imágenes que procesionan en Semana Santa así como las reliquias de San Rogelio.
Este templo se sitúa en la pequeña plaza de San Rogelio, centro neurálgico de la villa, donde también encontramos el edificio del antiguo ayuntamiento, reconvertido en museo de historia local.
La calle Real parte de esta plaza y finaliza en uno de las viviendas más bellas de la localidad, la casa Márquez López Font.
De estilo neo-mudéjar, la fachada recuerda a los edificios indianos y sus jardines interiores de estilo romántico cuentan con un atractivo realmente sugerente.
Siguiendo nuestro recorrido por la historia illoreña, bajo dominio cristiano, Íllora perdió su relevancia estratégica al dejar de ser territorio de frontera,
pero mantuvo su pujanza al servir de granero y despensa de la capital junto con las tierras de Montefrío, Moclín, Colomera, Montejícar, Iznalloz y Guadahortuna, conocidas como las Siete Villas.
Durante el reinado de Felipe V, en 1720 la dehesa de Íllora formó parte del patrimonio real, razón por la cual se adoptó el escudo de este monarca como el símbolo de Íllora. Este elegante escudo está conformado por los cuarteles de Castilla y León, Aragón-Sicilia, Austria, Borgoña, Brabante y las armas del Reino de Granada, con el símbolo de Borbón-Anjou y el collar del Toisón de Oro. La inscripción 507 constituye un interrogante para los historiadores, pudiendo referirse al año de fundación del pueblo.
Otro de los motivos por los que es conocida Íllora es la idílica finca de la Torre, propiedad del Duque de Wellington. Se trata de unas tierras que estaban vinculadas a la familia real nazarí, de cuyas manos pasó a la corona de Castilla. En 1813 fueron donadas al Duque de Wellington, en agradecimiento a la ayuda prestada por los ingleses en la Guerra de la Independencia contra los franceses. En la finca, podemos encontrar una vivienda señorial, que incluye una capilla neogótica, en unos dominios que alcanzan las mil hectáreas de cultivos y un gran coto de caza.
hay que seguir divulgando su historia y poniendo en valor este destino, de forma conjunta con otros municipios como los de Moclín, Loja o Zagra, que con sus castillos constituyen la última frontera del Reino de Granada
Pero el entorno natural de Íllora no se limita solamente a este bello paraje, al ofrecernos también la posibilidad de disfrutar de numerosas rutas de senderismo en las que disfrutar de la belleza y la variedad de paisajes que nos ofrece la zona. Una magnífica forma de entrar en contacto con la naturaleza y a la vez contemplar unas maravillosas vistas panorámicas de la localidad es visitar el mirador del Tajo del Sol, el punto más alto de la Sierra de Madrid, o el mirador de la Cruz del Padre Joaquín.
Por tanto, Íllora continúa siendo un lugar por descubrir, con un rico pasado que se refleja en el importante patrimonio histórico con el que cuenta. Por ello, hay que seguir divulgando su historia y poniendo en valor este destino, de forma conjunta con otros municipios como los de Moclín, Loja o Zagra, que con sus castillos constituyen la última frontera del Reino de Granada.