LA BANALIDAD DEL “RÉGIMEN DE LA VERDAD BÚMER”

TRAS LEER UN ARTÍCULO SOBRE EL PENSAMIENTO DE ADRIANO ERRIGUEL Y ESTEBAN HERNÁNDEZ SOBRE LA GENERACIÓN DE LA POSTGUERRA, NO ME RESISTO EN HACER UNA REFLEXIÓN GENERAL Y SECUENCIARLA HASTA LO LOCAL, DADA LA TRANSCENDENCIA DE SUS INJUSTAS AFIRMACIONES SOBRE LO QUE DAN EN LLAMAR “EL RÉGIMEN BÚMER” Y “LA MENTALIDAD PREVENTIVA”.

Anticipo que soy “búmer”, según la adaptación del término boomer, anglicismo que designa a las personas nacidas como yo durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial, conocida como baby boom, y vengo a denunciar el hecho de que en los últimos tiempos proliferan conceptos huecos, revestidos de grandilocuencia, que pretenden pasar por pensamiento crítico cuando no son más que ejercicios de retórica posmoderna. Uno de ellos es el llamado “régimen de la verdad búmer”, una terminología empleada por la epistemología, término tan rimbombante como vacía de algunos pensadores recientes, que se presenta como si revelara las claves secretas de la historia contemporánea, cuando en realidad, no explica nada y lo deforma casi todo.

El espejismo del mito fundacional

El texto sostiene que el consenso político y cultural de la posguerra europea se sostiene sobre un “piélago de mitos y ficciones” y que su mito fundacional fue la Segunda Guerra Mundial. Seamos serios: la guerra no fue un mito, fue la mayor catástrofe del siglo XX, con decenas de millones de muertos, ciudades arrasadas y sociedades enteras traumatizadas. Presentar ese horror como simple “ficción” es un insulto a la memoria de quienes lo vivieron y una frivolidad histórica de manual, por mucho que Erriguel y Hernández traten de rodear su pensamiento con aportaciones acientíficas.

Ni maniqueísmo ni farsa: reconstrucción

Tampoco hubo un “marco mental maniqueo y moralista” fabricado para adoctrinar a las masas. Lo que existió fue la necesidad, urgente y real, de reconstruir Europa sobre principios mínimos de libertad, democracia y Estado social. ¿Era un mundo perfecto? En absoluto. ¿Estaba libre de contradicciones? Ni mucho menos. Pero reducirlo a un relato de control ideológico es falsear la historia con una caricatura grosera.

El disparate del neoliberalismo

Lo más disparatado es presentar aquel consenso de posguerra como “capitalismo neoliberal y financiero”. ¿De verdad? Lo que se consolidó en Europa occidental desde 1945 hasta los años setenta fue justamente lo contrario: keynesianismo, Estado del bienestar, sanidad y educación públicas, pleno empleo y regulación económica. El neoliberalismo no aparece hasta el final de los setenta como reacción contra ese modelo. Llamar neoliberal a la socialdemocracia de posguerra es un error histórico tan básico que descalifica a quien lo formula.

El humo de las palabras huecas

El “régimen de la verdad búmer” no es más que humo. Una ocurrencia literaria que confunde memoria histórica con mito, que mezcla categorías anacrónicas y que pretende dar apariencia de lucidez donde solo hay superficialidad. Bajo la apariencia de crítica radical, lo que encontramos es banalidad, una crítica de salón que no resiste el mínimo contraste con los hechos.

La verdadera herencia de 1945

Lo que nos dejó 1945 no fue un “régimen de la verdad” fabricado en despachos, sino un consenso real, imperfecto pero imprescindible, que permitió a Europa vivir las décadas más libres, prósperas y estables de su historia. Fue fruto de la experiencia traumática del totalitarismo y de la determinación de no repetirlo. Eso no es mito, es historia. Y quienes lo rebajan a metáforas huecas no hacen crítica, sino un ejercicio irresponsable de frivolidad intelectual.

Granada también necesita liberarse de lo banal

Y es aquí donde la reflexión toca lo local y la hago descender hasta lo más próximo. Granada no puede permitirse caer en los mismos juegos retóricos que algunos quieren imponer al debate público europeo: palabras vacías, diagnósticos apocalípticos y frases rimbombantes que solo sirven para ocultar la falta de propuestas.

es tiempo de realismo, de ambición y de voz propia… que devuelva a Granada el protagonismo que nunca debió perder

LA BANALIDAD DEL “RÉGIMEN DE LA VERDAD BÚMER”

Nuestra ciudad, histórica en el mapa político de España, necesita recuperar un pensamiento serio, riguroso y combativo, que la sitúe en el lugar que merece en la reorganización territorial que cada vez se reclama con más fuerza.

Si Europa supo en 1945 escapar del barro de la tragedia para levantar instituciones sólidas, Granada no puede conformarse ahora con el barro de las banalidades intelectuales. Es tiempo de realismo, de ambición y de voz propia. Porque lo que aquí necesitamos no es un “régimen de la verdad búmer”, sino un horizonte político verdadero, que devuelva a Granada el protagonismo que nunca debió perder.

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Celso Costa

Celso Costa, Abogado granadino que trabajó para Putnam & Asociated LLP y que actualmente vive en Nuevo Madrid (Misuri). Sigue a distancia el juanmanismo, muy preocupado por su crecimiento

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