Monumento funerario a Ganivet en el cementerio granadino pudo ser un auténtico cenotafio, porque se concibió previamente como homenaje al intelectual granadino, que estuvo vacío hasta la llegada de sus restos en 1921.
Redacción HG
El túmulo marmóreo de color blanco se levanta sobre la tierra del camposanto de San José. Se localiza fácilmente. Tras penetrar en el primero de los patios históricos lo hallaremos. Está precedido y rodeado de algunas obras interesantes para la historia del arte granadino como: el magistral cristo de José Navas Parejo del panteón de la familia Jiménez de la Serna, el monumental panteón de la familia Müller que simula un templete clásico u otros muchos existentes, la mayoría inspirados en el gusto gótico, el monumento funerario de Melchor Almagro, el erigido a Emilio García Gómez, Marqués de los Alixares, o el dedicado al pintor Manuel Ángeles Ortiz, que aparece escoltado por un olivo, que da testimonio del origen jiennense del pintor. Tal vez sea éste el enterramiento que más siga la senda artística, monumentalmente sobria, de la tumba del pensador granadino.
De destacar en la tumba de Ganivet es la lápida, también blanca y en mármol, que lo precede. Está ubicada a los pies del sepulcro y recoge, con letra cursiva manuscrita, la leyenda con su nombre y fecha de fallecimiento. Es la misma lápida que se encontró en el enterramiento del cementerio de Riga donde estuvo enterrado más de veinte años. O mejor, porque muchos se ha escrito sobre ello, es idéntica a la que allí hubo.