LA VISITA Y ESTANCIA DE SEIS MESES EN GRANADA DE CARLOS I DE ESPAÑA Y SU ESPOSA, ISABEL DE PORTUGAL EN 1526, FUE UN MOMENTO DESTACADO EN LA HISTORIA DE LA CIUDAD QUE MARCÓ LA POLÍTICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL PARA MÁS DE TRES SIGLOS.
La visita y estancia de seis meses en Granada de Carlos I de España y su esposa, Isabel de Portugal, fue un momento destacado en la historia de la ciudad que marcó la política española y mundial para más de tres siglos. Durante su estancia, que tuvo lugar en el siglo XVI, la pareja real presenció la esplendorosa cultura y la rica historia de Granada y contribuyeron a su engrandecimiento.
Se dice que el motivo principal de su visita fue el disfrute de la magnífica Alhambra, la joya arquitectónica y cultural de la ciudad. Cuentan que quedaron maravillados por la belleza de sus palacios y jardines, quedando profundamente impresionados por la mezcla única de estilos islámico y cristiano. Pero esto no es cierto en plenitud, como tampoco lo es que viniesen a Granada sólo por huir del intenso calor de Sevilla.
Carlos I
Lo cierto y verdad, es que Carlos I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico —cuestión disputada—, vino a redefinir su vasto imperio, en el que se habían sumado por los avatares y circunstancias históricas los territorios de los reinos de Castilla y Aragón con sus posesiones en
La visita y estancia de seis meses en Granada de Carlos I de España y su esposa, Isabel de Portugal, fue un momento destacado en la historia de la ciudad que marcó la política española y mundial para más de tres siglos
ultramar y el mediterráneo, la herencia borgoñona y las posesiones centroeuropeas e italianas, en Granada como piedra clave. Ahí es nada.
Como lo es, asimismo, que tuviera lugar aquí el alumbramiento, previamente concebido por sus abuelos, los Reyes Católicos, enterrados en Granada, de la Monarquía Hispana.
Por tanto, además de explorar la Alhambra y huir del sofoco sevillano, Carlos I e Isabel, concibieron aquí a su hijo Felipe II, a la postre el gran emperador hispano. Ello sumado a la eclosión de la mítica Granada, y por muchas razones más que iremos enumerando, hacen que con tiempo suficiente deba programarse —y ya vamos tarde—la celebración de esta inigualable efeméride para Granada y la historia universal, derivada de aquella estancia de seis meses que tuvo lugar en 1526.
Y continuamos en nuestra misión de recordar que, dentro de 2 años, y cada vez queda menos, se conmemorarán varios acontecimientos históricos que sucedieron en Granada in illo tempore que deberían ser aprovechados para relanzar nuestra tierra. En todos los lugares se hace, entonces, ¿por qué aquí no? Recordemos como desde Sevilla y su concepción de un andalucismo ramplón y tramposo nos privó de la celebración del I Milenio de Granada (1013-2013), que fue un rotundo fracaso. Una incalificable desmemoria que fue atacada por el poder sevillanizado para impedir que se hablase de lo que es obligación y es razón histórica, del territorio del Reino de Granada. Así lo hemos contado y seguiremos recordándolo siempre que aludamos a los agravios que sufrimos y a las intentonas maniqueas de acabar con nuestros legados y nuestra historia. Porque la nuestra particular y decisiva nada tiene que ver con esa imposición del peronismo trianero que nos ha amalgamado en esta comunidad autónoma con historia inventada de modo grosero y tendenciosamente aniquilador. Ah, y que no se nos olvide y tengámoslo presente: “Sevilla está celebrando el primer milenio de la creación de su reino con el apoyo de aquellos mismos poderes que aniquilaron la conmemoración del nuestro”.