CON PROFUNDO PESAR DESPEDIMOS A MIGUEL PADIAL, CUYA BONDAD, COHERENCIA Y AMOR DEJARON UNA HUELLA IMBORRABLE EN SU FAMILIA, AMIGOS Y EN TODOS QUIENES TUVIERON LA FORTUNA DE CONOCERLO.
Apenas mes y medio después de despedir a la compañera de toda la vida, su amada esposa Otilia, nos ha dejado Miguel Padial. Su partida, aunque no del todo inesperada tras la pérdida de quien fue su otro yo, nos ha sorprendido igualmente por la cercanía del adiós y la profundidad del vacío que deja.
Marido, padre y abuelo muy querido, Miguel fue también un hermano, tío y primo siempre dispuesto a tender la mano cuando alguna necesidad familiar lo requería. Pero, sobre todo, fue un amigo entrañable: de los que saben escuchar, de los que saben estar, de los que hacen de la benevolencia un modo de vida.
Su bonhomía tenía raíces hondas, nacidas del ejemplo de su padre, el gran Miguel Padial del Barrio, otro hombre bueno cuya sombra alargada le sirvió de guía y de espejo. En esa senda generosa caminó siempre nuestro Miguel, con paso firme, con humor, con humanidad.
socialista de viejo cuño, creía —con la convicción tranquila de los que piensan y sienten con coherencia— que el mundo sólo puede transformarse desde la honradez moral
Miguel Padial fue muchas cosas en una sola: un hombre beneficioso, íntegro, con sus peculiaridades y convicciones. Socialista de viejo cuño, creía —con la convicción tranquila de los que piensan y sienten con coherencia— que el mundo sólo puede transformarse desde la honradez moral y desde una ideología abierta, nunca excluyente. Así lo inculcó a los suyos y así lo enseñó, lejos de lo que algunos podrían entender como manifestación de tozudez ideológica. Estoy seguro que a Miguel le gustaría ser recordado además de por ser una buena persona, por ser un provechoso socialista. “Miguel, lo has conseguido”.
Hoy todos lo lloramos, conscientes de que la vida, frágil y terca, no quiso prolongar la ausencia de Oti. Su salud delicada se rindió ante el peso de la pena, pero su ejemplo permanecerá. El mundo no pierde a un hombre: gana un recuerdo.
Descansa en paz, querido Miguel. Tu huella, luminosa y amable, quedará entre nosotros como la mejor lección de vida. “Ah, no creas que no sé la que se va a montar en tu destino con nuestro Manolico…”.