DUDAS Y MANIOBRAS

GRANADA, SIEMPRE, POR UNA U OTRA RAZÓN RESULTA PERJUDICADA EN UN REPARTO INSTITUCIONAL QUE MERECE POR DERECHO. SU INCLUSIÓN EN LA COMUNIDAD ANDALUZA, NO PUEDE SEGUIR DEPARÁNDOLE UN PERJUICIO TRAS OTRO.

El título de este artículo no es el de una serie televisiva inglesa de amoríos y traiciones. Con él se describe la situación que se vive en la sociedad granadina cuando contempla al proceder de los representantes políticos de Granada en el lamentable asunto de la AESIA. Van a remolque del paso dado por la sociedad civil para defender a Granada en sus legítimas pretensiones a ser sede física de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial, frente al que parece ser un atropello del Ejecutivo del Estado.

Ayuntamiento, primero, y después la UGR, han formalizado, apurando el plazo, la interposición del recurso contencioso. Ninguna de las dos entidades ha solicitado la suspensión de la eficacia del acto administrativo, con lo cual poco cambia en sí la situación planteada frente a la decisión del ejecutivo de Sánchez. Cierto que la suspensión puede solicitarse en cualquier momento del proceso, según permite el art. 129 de la Ley de la Jurisdicción Contenciosa, pero no lo es menos que ante un acto del contenido como el dictado, lo debido era haber solicitado la medida cautelar, tal y como ha hecho la Sociedad Civil de Granada con su recurso. Ello arroja serias dudas sobre lo que está sucediendo realmente.

Acaso, lo más expresivo de la poca convicción en hacer que el recurso prospere, no es que ninguna de las entidades públicas ya recurrentes haya argumentado sobre la procedencia de la medida cautelar, sino que inmediatamente después de conocerse la decisión del Gobierno contra las pretensiones de Granada, en el entorno socialista comenzó a hablarse de que nuestra ciudad podía aspirar a ser adjudicataria de la instalación aquí, en Granada, de otra entidad pública, la AESAP, la Agencia Española de Salud Pública. Sin embargo, el Gobierno de España se ha aprestado a poner en duda que esta agencia, a la que ahora quiere aspirar nuestra ciudad, salga de Madrid.

Y parece lógico, porque en la capital de España entre otras instituciones prestigiosísimas, tiene su sede el Instituto Carlos III, no pocos entes como la Agencia del Medicamento y distintos institutos sanitarios. Lo que no lo parece tanto es que el entorno del alcalde, Paco Cuenca, insista en colocar este nuevo discurso para una esperanza que resultará con toda probabilidad también fallida. La afirmación ahora conocida de que “la próxima vez que un ministro venga de visita tiene que venir con algo efectivo para Granada”, con un regalo debajo del brazo, como vulgarmente se dice, después de la sustracción oficial de la AESIA, ni es creíble, ni éticamente aceptable, cuando lo que procede es disputar denodadamente el recurso ante los tribunales que, al final, en nuestro Estado de derecho, serán los que digan la última palabra en este asunto.

la posible venida de la importante —esa sí que lo es—, Agencia Estatal de Salud Pública a Granada, que ha sido expuesta como una segunda oportunidad para la ciudad después del fiasco de la candidatura a la AESIA, no deja de parecer una maniobra política

De modo que la posible venida de la importante —esa sí que lo es—, Agencia Estatal de Salud Pública a Granada, que ha sido expuesta como una segunda oportunidad para la ciudad después del fiasco de la candidatura a la AESIA, no deja de parecer una maniobra política, que no debe ocultar la triste perplejidad provocada por una decisión aparentemente tan arbitraria como injusta.

De momento, que se sepa, no hay candidatas formales a acoger la Agencia Estatal de Salud Pública, aunque Granada siempre está en el trasfondo de esta nueva oficina, argumentan desde el PSOE, ya que nuestra capital granadina es sede de la Escuela Andaluza de Salud Pública, uno de los centros más prestigiosos de España en esta materia, pero una institución sobre la que pesa la espada de Damocles, desde que el Gobierno Andaluz hizo el amago de trasladarla con ocasión de la creación del Instituto Andaluz de Salud, alegando la “reestructuración” de la sanidad andaluza.

El que en otras regiones se hayan quedado sin las dos primeras agencias está sonando fuerte, sobre todo en Aragón, que aspiraba con Zaragoza y Teruel a la AESIA y a la Agencia Espacial Española (AEE), respectivamente, a ser candidata a acoger otra nueva como puede ser ésta de Salud Pública. Esto le da un claro plus de ventaja sobre Granada y Andalucía, que ya fue agraciada con la AEE para Sevilla. Es decir, que Granada, siempre, por una u otra razón resulta perjudicada en un reparto institucional que merece por derecho. Su inclusión en la comunidad andaluza, no puede seguir deparándole un perjuicio tras otro, porque la pregunta ahora obligada ante lo que comentamos, es ¿habría sido elegida Granada como sede de la AESIA de no estar integrada en Andalucía? O estándolo, como lo está, ¿habría venido la AESIA a Granada de no haber sido beneficiada Sevilla con ser sede de la AEE? La respuesta que se dé será muy significativa para Granada, en este momento. Tampoco debe olvidarse que otras regiones que han mostrado interés en la Agencia Española de Salud Pública son Murcia, Valencia, Asturias, Castilla y León y Extremadura, además de Galicia. Por lo que todo cuando en el entorno socialista se alimente sobre la posible venida de la Agencia de Salud para mitigar el fiasco de la no designación de la AESIA, es mera fabulación política interesada.

En Galicia, se piensa que todo este asunto de la interposición del recurso de Sociedad Civil contra el Acuerdo del Gobierno por el que se privaba a Granada de ser sede física de la AESIA, que es toda una cuestión política que responde al tradicional pique entre Granada y Sevilla, una cuestión más propia de localismos y rivalidades que de el hecho de que el proyecto de Granada fuera el de mayor excelencia.

En Galicia, se piensa que todo este asunto de la interposición del recurso de Sociedad Civil contra el Acuerdo del Gobierno por el que se privaba a Granada de ser sede física de la AESIA, que es toda una cuestión política que responde al tradicional pique entre Granada y Sevilla, una cuestión más propia de localismos y rivalidades que de el hecho de que el proyecto de Granada fuera el de mayor excelencia.

Por eso, en este momento, solo el actuar ante los tribunales, confiando decididamente en el resultado y porfiar en que se haga justicia, es lo que corresponde hacer a las instituciones granadinas, y dejarse de sembrar dudas y efectuar maniobras para tratar de enjugar un resultado lesivo como el obtenido.

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