OLIVAR Y ACEITE DE OLIVA ¿ORO VERDE?

La proliferación de explotaciones de olivar lo hacen con predominio claro de plantaciones intensivas que tienen un grave impacto medioambiental al utilizar masivamente fitosanitarios (herbicidas y pesticidas), abonos y suponen un consumo de agua elevado. Es por ese impacto que se produce un incremento de plagas y enfermedades asociadas al monocultivo.

JUAN J. ALONSO

El Olivar. Expansión

En las últimas décadas se ha producido una enorme expansión del olivar en el Sur, incluyendo Andalucía Oriental, que ha devorado decenas de miles de hectáreas alterando el paisaje al sustituir de forma abrupta otros cultivos y la propia vegetación generando una uniformización del paisaje que ha acabado con matorral y bosque mediterráneo afectando severamente la biodiversidad y el medio físico. Esta expansión ha afectado especialmente a las zonas montañosas, pero también, aunque en menor medida, a las zonas llanadas donde ha sustituido a leguminosas y cereales de secano. Ese paisaje vacío de contrastes alcanza sus mayores cotas en las grandes extensiones de olivar de regadío que habitualmente dominan los cultivos monovarietales.

oro verde

En Andalucía, el olivar de regadío ha sido el que ha experimentado un mayor crecimiento porcentual, pasando de 188.569 hectáreas en 2000 a 396.094 hectáreas en 2021, lo que representa un incremento del 110%. El olivar intensivo, que es aquel que recibe un alto nivel de inputs, como fertilizantes, pesticidas y agua, también ha crecido significativamente, pasando de 445.929 hectáreas en 2000 a 857.271 hectáreas en 2021, lo que representa un incremento del 92,2%. El olivar ecológico, que es aquel que no utiliza productos químicos, ha crecido más modestamente, pasando de 115.435 hectáreas en 2000 a 219.706 hectáreas en 2021, lo que representa un incremento del 90,3%.

En términos absolutos, el crecimiento de hectáreas del olivar intensivo casi ha duplicado al de regadío y casi ha cuadriplicado al ecológico.

Consecuencias ambientales

Como vemos, el olivar de regadío en Andalucía es una forma de cultivo que ha experimentado un gran auge en las últimas décadas, impulsado por la demanda nacional e internacional de aceite de oliva y aceituna de mesa. Sin embargo, este modelo productivo tiene graves consecuencias ambientales y sociales para una región que se caracteriza por su escasez de recursos hídricos y su vulnerabilidad al cambio climático. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de superficie agrícola destinada al olivar de regadío en Andalucía fue del 18,4% en 2019, lo que supone un aumento de casi cuatro puntos respecto al año 2009 a pesar de tener una pluviometría media anual de 534 mm, aunque en algunas zonas no se alcanzan los 300 mm, muy por debajo de la media nacional de 648 mm.

El olivar de regadío consume una gran cantidad de agua (en Andalucía, el consumo de agua para el olivar se ha duplicado en las últimas décadas, alcanzando los 2.500 millones de metros cúbicos anuales), que se extrae de pozos y embalses, provocando la sobreexplotación y la contaminación de los acuíferos, así como la reducción del caudal de los ríos y la pérdida de humedales.

Por otra parte, el riego por goteo no está exento de provocar la lixiviación de los nutrientes y los contaminantes del suelo hacia las aguas subterráneas y superficiales, afectando a su calidad química y biológica. Según el informe del Observatorio del Agua de Andalucía (2019), el 40% de las masas de agua subterránea y el 30% de las superficiales presentan un estado químico malo o muy malo, siendo el olivar uno de los principales responsables. Un estudio del Ministerio de Agricultura publicado en 2022, por ejemplo, encontró que el riego del olivar estaba asociado a un aumento de la extracción de agua subterránea en la cuenca del Guadalquivir. El estudio encontró que el aumento de la extracción de agua subterránea podría estar provocando la desertificación de la zona.

Otro estudio, realizado por la Junta de Andalucía en 2021, encontró que el riego del olivar estaba asociado a un aumento de la contaminación por nitratos en las aguas superficiales. El estudio encontró que los niveles elevados de nitratos en las aguas superficiales pueden provocar la eutrofización de los ecosistemas acuáticos.

El suelo es otro de los elementos más perjudicados por el olivar intensivo. El uso intensivo de maquinaria pesada, la eliminación de la cubierta vegetal, la erosión hídrica y eólica, la compactación, la salinización y la acidificación son algunos de los procesos que deterioran la calidad y fertilidad del suelo, reduciendo

su capacidad para retener agua y nutrientes, y favoreciendo la desertificación.

El suelo es un recurso no renovable que cumple funciones vitales para el equilibrio ecológico, como el almacenamiento de carbono, la regulación del clima, el filtrado del agua y el soporte de la vida. Un estudio de la Universidad de Sevilla publicado en 2021, por ejemplo, encontró que la aplicación de fertilizantes al olivar estaba asociada a un aumento de la concentración de nitratos en el suelo.

El estudio encontró que los niveles elevados de nitratos en el suelo pueden provocar la eutrofización de las aguas superficiales, lo que puede tener un impacto negativo sobre la vida acuática.

Otro estudio, realizado por la Universidad de Jaén en 2023, encontró que la aplicación de pesticidas al olivar estaba asociada a un aumento de la contaminación por metales pesados en el suelo. El estudio encontró que los metales pesados pueden ser tóxicos para los seres vivos y pueden acumularse en la cadena trófica.

La regresión de los bosques mediterráneos de Quercus spp. se debe a la sustitución de estos árboles por el olivo, que ocupa una superficie mayor y requiere más agua y fertilizantes. Los Quercus spp. son especies autóctonas que cumplen una función ecológica fundamental, como la conservación del suelo, la regulación del ciclo hidrológico, la fijación de carbono y la provisión de hábitat para numerosas especies animales y vegetales. Según el Inventario Forestal Nacional (2017), Andalucía ha perdido un 12% de su superficie forestal entre 1997 y 2017, siendo el olivar el principal causante.

La homogeneización del paisaje por el olivar intensivo, que reduce la diversidad estructural y funcional de los hábitats. Esto afecta negativamente a muchas especies que dependen de estos ecosistemas tal como se recogen en distintos estudios en los que se observa una clara regresión en las poblaciones de distintos elementos faunísticos.

la sustitución del bosque por el olivar en la provincia de Granada había provocado la pérdida de 60 especies de plantas vasculares.

Según el informe del Estado de Conservación de las Aves en España (2020), Andalucía ha perdido un 30% de sus aves esteparias entre 1998 y 2018, siendo el olivar uno de los principales factores. Otro estudio de la Universidad de Sevilla eleva al 50% la pérdida de especie de aves asociadas a praderas y estepas. Un estudio del CSIC publicado en 2022, por ejemplo, encontró que la sustitución del bosque por el olivar en la provincia de Granada había provocado la pérdida de 60 especies de plantas vasculares. El estudio también encontró que las especies más afectadas eran las que se asocian a ambientes húmedos, como las riberas de los ríos y los arroyos.

Otro estudio, realizado por la Junta de Andalucía en 2021, encontró que el cultivo del olivar había provocado la pérdida de 150 especies de aves en la provincia de Jaén. El estudio encontró que las especies más afectadas eran las que se asocian a los bosques de ribera, como el águila pescadora y el martinete común.

Un estudio de la Universidad de Granada publicado en 2020, por ejemplo, encontró que los pesticidas utilizados en el cultivo del olivar estaban asociados a un aumento de la mortalidad en las poblaciones de abejas.

El estudio encontró que las abejas expuestas a los pesticidas tenían más probabilidades de morir que las que no estaban expuestas.

Otro estudio, realizado por la Universidad de Córdoba en 2022, encontró que los pesticidas utilizados en el cultivo del olivar estaban asociados a un aumento de la prevalencia de enfermedades en las poblaciones de ungulados silvestres. El estudio encontró que los ungulados silvestres expuestos a los pesticidas tenían más probabilidades de desarrollar enfermedades como la rabia y la tuberculosis.

Este modelo de cultivo es insostenible a largo plazo, ya que tiene un impacto negativo sobre los recursos naturales y la biodiversidad.

En otro orden de cosas un estudio publicado en la revista «Forest Ecology and Management» en 2020, el aumento del olivar en España ha estado asociado a un aumento del riesgo de incendios forestales. El estudio encontró que las zonas con mayor densidad de olivares tenían un riesgo de incendio 1,5 veces mayor que las zonas con menor densidad de olivares.

El estudio también encontró que el aumento del olivar estaba asociado a un aumento de la gravedad de los incendios forestales. Los incendios en las zonas con mayor densidad de olivares eran más grandes y causaban más daños.

No es modernización, es industrialización.

El modelo de olivar intensivo de regadío que se ha desarrollado en Andalucía no es conceptualmente una modernización del cultivo, sino una industrialización.

Este modelo se basa en el uso intensivo de recursos naturales, como el agua y la tierra, y en el uso de insumos químicos, como agroquímicos y fertilizantes.

No es modernización, es industrialización.

Este modelo de cultivo es insostenible a largo plazo, ya que tiene un impacto negativo sobre los recursos naturales y la biodiversidad.

Impacto social y laboral

El número de peonadas en el olivar intensivo y mecanizado ha disminuido significativamente en las últimas décadas, mientras que el número de peonadas en el olivar tradicional y ecológico ha aumentado.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el número de peonadas en el olivar intensivo y mecanizado en Andalucía ha pasado de 1,6 millones en 2000 a 0,9 millones en 2021, lo que representa una disminución del 43,7%. El número de peonadas en el olivar tradicional y ecológico ha pasado de 0,4 millones en 2000 a 0,6 millones en 2021, lo que representa un incremento del 50%.

el número de peonadas en el olivar intensivo y mecanizado en Andalucía ha pasado de 1,6 millones en 2000 a 0,9 millones en 2021, lo que representa una disminución del 43,7%

Esta disminución del número de peonadas en el olivar intensivo y mecanizado se debe a varios factores, como la mecanización del cultivo, la disminución de los rendimientos y la concentración de la propiedad. La mecanización del cultivo ha permitido que se trabajen más hectáreas con menos trabajadores, lo que ha provocado una pérdida de empleo en el sector. La disminución de los rendimientos se debe a una serie de factores, como el cambio climático, la intensificación del cultivo y la aparición de plagas y enfermedades. La concentración de la propiedad ha provocado que cada vez haya menos explotaciones de olivar, lo que también ha supuesto una pérdida de empleo.

En cambio, el aumento del número de peonadas en el olivar tradicional y ecológico se debe a varios factores, como la mayor demanda de mano de obra para las labores de poda, recolección y elaboración del aceite de oliva, y el aumento del número de explotaciones de olivar de pequeña y mediana superficie.

El olivar, en general, puede considerarse un cultivo social que fija la población al territorio. El cultivo del olivar requiere de mano de obra durante todo el año, lo que crea empleo en las zonas rurales. Además, el olivar es un cultivo que se adapta bien a las condiciones de los pequeños agricultores, ya que se puede cultivar en parcelas de tamaño reducido.

el olivar es un cultivo que se adapta bien a las condiciones de los pequeños agricultores, ya que se puede cultivar en parcelas de tamaño reducido.

Sin embargo, el olivar intensivo y mecanizado, que es el tipo de cultivo más extendido en Andalucía, tiene un impacto negativo en la creación de empleo. Este tipo de cultivo requiere de menos mano de obra y está más concentrado en las grandes explotaciones.

Por un futuro racional

El olivar tradicional y ecológico, en cambio, tiene un impacto positivo en la creación de empleo. Este tipo de cultivo requiere de más mano de obra y se encuentra más extendido en las pequeñas y medianas explotaciones.

Para que el olivar sirva como cultivo social que fije la población al territorio, es necesario promover el olivar tradicional y ecológico.

No parece que nuestras autoridades autonómicas sean garantes de políticas que permitan la viabilidad a largo plazo de la producción de aceite y aceituna de mesa como fuente de riqueza que fije población al territorio sin producir su completa degradación.


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Juan J. Alonso

Juan J. Alonso (Granada, 1962) es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada (1985). Ha desarrollado su actividad en distintas posiciones en la Industria farmacéutica y de Diagnóstico clínico como especialista en Enfermedades Infecciosas y Microbiología. Regionalista convencido, ha sido vicepresidente de la ARG. En la actualidad es miembro del equipo técnico de HG.

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